Los funcionarios del Registro Civil de Oviedo no están en absoluto preocupados ante la posibilidad de tener que decidir qué apellido llevará un niño en el caso de que sus padres no se pongan de acuerdo. El proyecto de ley del Registro Civil, aprobado la semana pasada por la Comisión de Justicia del Congreso, incluye esa disposición, ante la que la plantilla, que atiende a los ciudadanos en la planta baja del Palacio de Justicia, ni se inmuta. En los últimos veinte años ninguno de los trabajadores ha sido testigo de una discusión ante su ventanilla por el orden de los apellidos de un bebé. «En nueve meses, ya tuvieron tiempo de discutirlo», conjetura un veterano.
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