La acumulación de miles de expedientes judiciales provoca la disgregación del archivo de la Audiencia
En la Justicia nada se destruye hasta que en justicia se decide. Miles de expedientes judiciales, confeccionados durante las últimas décadas, 'yacen' en estanterías y repartidos en tres sedes archivísticas de la capital vallisoletana a la espera de que el Ministerio de Justicia adopte una decisión sobre el futuro de una sede central que unifique la mayoría de los órganos jurisdiccionales de la ciudad.
Pleitos de faltas, atestados sobre accidentes de tráfico, diligencias de robos, sumarios sobre asesinatos y homicidios, cartas de despidos o sanciones, y expedientes de reclamaciones contra organismos de las administraciones públicas esperan un acomodo espacial, que sirva en años futuros a historiadores y estudiosos para reinterpretar la sociedad vallisoletana de los siglos XX y XXI.
La acumulación de expedientes provocó hace ahora un año un colapso espacial en algunos de los juzgados de Primera Instancia, Instrucción, Penal, y de lo Social de Valladolid toda vez que el volumen de papel y la falta de aplicaciones informáticas, que permitan archivar parte de los documentos, dio como resultado que las estanterías y los armarios colgasen el cartel de 'completos'.
La gestión del presidente de la Audiencia de Valladolid, Feliciano Trebolle, permitió que parte de los documentos se trasladasen al edificio de Real Chancillería y al inmueble del Archivo de Castilla y León de la Junta, cuya sede está en la plaza Santa Brígida.
Pese a que la Junta no tiene competencias en materia de Justicia, la Consejería de Cultura autorizó la cesión de 1.500 metros líneales de espacio de su Archivo próximo a la iglesia de San Pablo donde se han depositado decenas de cajas una vez espurgadas.
La tercera sede donde se encuentran los 'papeles vallisoletanos' son los sótanos de la Audiencia de Valladolid. A través de sus galerías y apiladas en estanterías cientos de cajas de cartón recogen las declaraciones de aquellos justiciables y testigos que desde los años 70 y 80 han pasado por un tribunal.
'Que la justicia es la hermana pobre de la Administración lo demuestra que ningún órgano, consejería o delegación ministerial que mueva tantos kilos de papel, como los juzgados de Valladolid, dejaría sin crear una plaza de archivero', dice un secretario, que recuerda que hasta hace un año no había una funcionaria encargada de supervisar y organizar tal montaña documental.
Cada denuncia, cada demanda judicial deja tras de sí un reguero de papel que, según la ley, se está obligado a guardar hasta que se decida por parte de la Junta de Expurgo del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Castilla y León su destrucción. Con el tiempo, es este órgano el que resuelve cuáles son los legajos que se deben de guardar para su posterior consulta por parte de los estudiosos.
En estos tres archivos se hallan también las diligencias de crímenes pendientes por resolver durante décadas, y cuyas indagaciones policiales se mantienen a la espera de que aparezcan nuevos datos para descubrir a sus autores. Pero no solo son expedientes los que 'duermen' en los sótanos de la Audiencia de Valladolid. Armas de fuego, cuadros, bastones, cuchillos, motos, bicicletas, crucifijos, básculas y en general todo aquel 'cuerpo del delito' se apila etiquetado e identificado en las estanterías o en el suelo a la espera de contar con un metro cuadrado. 'Hasta que no pasen los años que por cada delito fija la ley no es posible destruir o dar otro destino a estos objetos', afirman.
Carlos Gutiérrez, secretario coordinador de todos los juzgados de Valladolid, reconoce que la falta de espacio condiciona la función archivística regulada por ley. 'Cada juzgado tiene sus archivos pero la saturación ha obligado a colocar los expedientes en otros tres edificios. Ha sido cada órgano judicial el que ha decidido qué es lo que se debe archivar', dice Gutiérrez, que añade que por ahora 'no se está destruyendo nada'.
Fuente: Terra.es
Fuente: Terra.es
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