lunes, septiembre 29, 2008

Madrid: Aquí yace la Justicia

El reloj de la séptima planta de los juzgados de plaza Castilla, en Madrid, marca las seis, pero en realidad son las nueve de la mañana. Esta retrasado. En los estrechos y saturados pasillos se confunden víctimas, detenidos, testigos, familiares, abogados, policías y jueces. No hay salas de espera, ni entradas diferentes para cada una de la partes a la sala de audiencias. Una funcionaria arrastra un carro de supermercado repleto de fardos de papeles atados con cuerdas. Pese a que todavía es septiembre y hace calor, el aire acondicionado está roto. En el juzgado de instrucción de lo penal número 32, los funcionarios quedan ocultos por las torres de papel que emergen por todas partes: mesas, estanterías, suelos. Mientras se acumulan los expedientes, los funcionarios lidian con el ordenador, responden al teléfono, atienden a las visitas, reciben las órdenes del juez y asisten a una pareja de policías que pretende conseguir una autorización para pinchar un teléfono que puede ser clave para resolver un homicidio.


El número 32 se ocupa de instruir casos tan prolijos como el Guateque (la trama corrupta de concesión de licencias a locales de ocio en Madrid), tráfico de drogas o falsificaciones. Tras los cristales sucios de las ventanas bulle el paseo de la Castellana y, no muy lejos, se alzan las torres KIO. Se adivina una ciudad moderna, pero en estas dependencias judiciales apenas ha terminado el siglo XIX. El reciente caso Mari Luz planea sobre la mente de los funcionarios. La reacción es la misma en varios de ellos consultados. “Lo raro es que no pase más veces”, dicen.

Como causas de esta situación crítica apuntan a la escasez de medios humanos y materiales. Los funcionarios trabajan con un sistema informático llamado Libra, que ni siquiera es compatible con el procesador de textos de Windows. “Es increíble, seguimos trabajando con miles de fotocopias y millones de papeles”, denuncia Ana, del juzgado de instrucción numero 18. “Todavía hay lugares donde faltan ordenadores o donde dejan los equipos sin instalar”, añade. “Si no sé lo que pasa en el juzgado de la planta de abajo, como voy a saber lo de Cuenca o Sevilla”, apunta Chema, del juzgado 38.

Los funcionarios denuncian también el entorno material donde desarrollan su trabajo. En Plaza Castilla, una vez que los papeles han colonizado los juzgados, pasan a invadir salas de audiencia por la falta de archivos adecuados y la ausencia de digitalización.

Una nueva Oficina Judicial

“A pesar de todo, los juzgados de plaza Castilla son un lujo comparados con los de la periferia”, recuerda Ana, que viene de trabajar en Alcalá de Henares. Ana afirma que en registro civil de esta localidad los ciudadanos se ven obligados a hacer cola desde la madrugada para lograr ser atendidos. “Es tan pequeño que apenas hay sitio para los funcionarios. Las madres que van a inscribir a sus hijos tienen que sentarse en el suelo”, explica. El problema es común en la periferia de grandes ciudades como Madrid, donde han crecido grandes núcleos urbanos, en ocasiones más poblados que ciertas capitales de provincia, pero cuyos servicios de justicia continúan siendo rurales.

Como solución, los sindicatos reclaman una nueva Oficina Judicial, que reúna los grandes servicios comunes y especializados por jurisdicción. De este modo, en un gran espacio, como del que podrá disponer la Comunidad de Madrid en su proyectada Ciudad de la Justicia, se ofrecería, por un lado, un servicio de atención e información adecuado a los ciudadanos, y, por otro, los jueces contarían con pequeños equipos especializados para analizar los casos y tomar decisiones. Otra de las funciones de esta Oficina sería armonizar las prácticas de cada juzgado.

Finalmente, como recuerdan los funcionarios, son los ciudadanos los que pagan la ineficacia de la Justicia que, como se ha demostrado recientemente, sólo pasa a ocupar parte de la agenda política al producirse un caso trágico como el de Mari Luz. Pero, pasado el fragor de las noticias y los discursos, millones de folios continúan apilados en las mesas de los juzgados, sin que nadie parezca tener tiempo para ocuparse de su contenido.

Fuente: elconfidencial.com

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