sábado, septiembre 13, 2008

Talavera de la Reina: Terror y hedor en el juzgado

El Consejo General del Poder Judicial ha sancionado con multas por valor de 7.500 euros a un juez de lo social de Talavera de la Reina (Toledo) que en los últimos años ha sometido a los funcionarios a una permanente situación de "nerviosismo, angustia, temor y humillación", además de obligarles a soportar su falta de higiene personal. Los funcionarios no soportan que se hurgue en los pies, los oídos o la nariz. Tampoco su costumbre de orinar en los lavabos con la puerta abierta, mientras dicta.


La Comisión Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) asumió la propuesta del instructor del expediente abierto a Angel Luis del Olmo, en la que planteaba que se le sancionase con un total de 7.500 euros por dos faltas graves de abuso de autoridad y desconsideración con los funcionarios y con el secretario judicial.

El expediente se inició a raíz de una denuncia colectiva de la plantilla del Juzgado de lo Social número 3 de Toledo, con sede en Talavera de la Reina. Las primeras quejas se remontan a 2006, dos años después de la llegada al Juzgado de Del Olmo, de 54 años y con ocho de antigüedad en la carrera judicial.

De acuerdo con los hechos que se han acreditado en el expediente, Del Olmo estableció un sistema de transcripción de sus resoluciones consistente en dictarlas en su despacho a una funcionaria. Ante las quejas de ésta por el trato que le dispensaba el juez, se estableció un sistema rotatorio entre cuatro funcionarios. Todos ellos han acabado en tratamiento médico y psicológico (también psiquiátrico, en el caso de la primera funcionaria), aunque no se han dado de baja laboral.

Según la propuesta de resolución aceptada por el CGPJ, Del Olmo "somete de manera habitual y continuada a los funcionarios a condiciones de trabajo vejatorias, tratándoles sin educación, de manera despreciativa y dictatorial, como si no fueran personas, sin consideración a su dignidad, provocándoles situaciones de humillación, angustia, temor, nerviosismo y estrés así como de repulsión, debido esto último a su falta de higiene y aseo personal".

Cuando dictaba, el magistrado cerraba la puerta de su despacho, lo que infundía temor "debido a su hostilidad y agresividad", hasta el punto de que el funcionario de turno pasaba con su móvil "por si surgía algún incidente, para poder llamar a sus compañeros o incluso a la Policía".

Fuente: elmundo.es

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