Problemas graves de mal clima laboral afectan el funcionamiento de la mayoría de juzgados civiles de Santiago. La situación ha provocado que la Fiscalía Judicial de la Corte de Apelaciones de la capital inicie una investigación sumaria en tres tribunales, debido a que sus funcionarios no terminan con sus trabajos a causa de las constantes peleas y malos tratos.
Hasta ahora los casos más preocupantes corresponden al 7°, 9° y 16° Juzgados a raíz de los reclamos de los abogados por el mal funcionamiento, lo que ha obligado a los fiscales a emitir una serie informes para describir esta situación a los ministros de la Corte Suprema. Este tema no es indiferente para el Poder Judicial porque los problemas laborales provocan estrés y ausentismo por licencias médicas, lo que se traduce en demora en tramitación de las causas.
Fuentes judiciales indicaron que durante esta semana puede que la Comisión de Ética analice los antecedentes y evalúe pasar los sumarios al pleno del máximo tribunal para su pronta resolución. En la mayoría de los casos en que sucede este tipo de problemas, los magistrados optan por el traslado de los empleados judiciales.
Esta situación quedó al descubierto luego de que la Suprema desarticulara el 18º Juzgado Civil de Santiago por la mala convivencia entre los funcionarios, la que desencadenó en numerosas licencias médicas por “neurosis laboral” y una acumulación cercana a los 250 procesos pendientes.
El pleno resolvió en mayo pasado trasladar al otrora juez del 18° Juzgado Civil, Juan Polanco, como secretario de la Corte de Apelaciones de Antofagasta y abrió un sumario contra la secretaria Amelia Vásquez a causa una licencia médica de 4 meses y cambiar de tribunal al oficial primero, Juan Carlos Díaz.
Incluso, el ministro Hugo Dolmestch y el presidente de la Corte de Apelaciones Santiago, Cornelio Villarroel, se reunieron con los magistrados del tribunal de alzada para comunicarles que deberán visitar los 39 juzgados, entre civiles y laborales. Debido a estas visitas, salieron a relucir los nuevos problemas.
Fuente: La Nación
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