viernes, abril 27, 2007

El crucifijo de Bermejo


Mariano Fernández Bermejo es cuanto menos un tipo singular. Su nombramiento como ministro de Justicia destapó la caja de los truenos en el PP, con el que ha librado descarnados enfrentamientos, ahora circunscritos a la arena parlamentaria. Los populares le califican de "broncas" y de "sectario", entre otras muchas lindezas, pero ¡quién les iba a decir que llegaría a ser el auténtico "anticristo"!

Como lo oyen. Y es que Fernández Bermejo ha introducido ciertos cambios en su despacho ministerial de la calle San Bernardo que dan cuenta de su vena visceral y maniática. A oídos ha llegado que el ministro -al que la fe no le debió de tocar en gracia- ha ordenado quitar un crucifico que había coronado el habitáculo durante décadas. Se trata de una exquisita talla en marfil del siglo XVI que pertenece a Patrimonio Histórico, y que a día de hoy está desaparecida: vamos, que nadie sabe qué ha hecho con ella el ministro.

A cambio, Bermejo ha querido rodearse de los "suyos" y se ha colocado muy cerquita de la vista el retrato de uno de sus antecesores en el cargo, el "superministro" Juan Alberto Belloch, un cuadro cuyo fondo, en un rojo vivo, resulta de lo más llamativo y enfervorizante. Para qué preguntar el destino que haya podido sufrir el retrato de otro "ex" de la casa, el popular José María Michavila, al que el fiscal le tiene una ojeriza de cuidado.

Por algo es conocido en el mundo de la judicatura como el "Doctor House" español: su mala disposición lo acredita. Pero es que además, ahora anda también con muletas, dicen que por una vieja lesión de rodilla que se hizo cuando era jugador de fútbol en el Deportivo Arenas, allá por sus años de juventud, y que sigue dándole problemas. Otras fuentes comentan sin embargo que ha sido un esguince. Esperemos que no se lo hiciera por subirse a una silla para arrancar de la pared el crucifijo.


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