A Baltasar Garzón últimamente no le va tan bien como quisiera. Se sentía a gusto siendo un juez admirado y elogiado por buena parte de la opinión pública, pero en las últimas semanas se ha convertido en blanco de críticas y vilipendios por su actividad judicial y, sobre todo, extrajudicial. Todo lo que hace es examinado con lupa. El último capítulo viene a cuenta de la posibilidad de que Batasuna recupere 48 herriko tabernas porque a Garzón se le olvidó prorrogar los embargo que dictó sobre ellas en abril de 2002.
A él le ha faltado tiempo para emitir un comunicado en el que afirma que "en ningún momento ha existido riesgo de que los bienes embargados pasen a posesión o disponibilidad diferente de la actual de sus titulares" porque la medida judicial adoptada hace cinco años por la Audiencia Nacional "sigue vigente en su integridad". Ésta caducó en abril de 2006, al cumplirse cuatro años del embargo, pero en este tiempo ninguno de los propietarios ha vuelto a abrir su negocio, ya que el juez asegura que él mismo lo comprobó el lunes enviando a varios ertzainas para que los registraran.
De todas formas se lava las manos argumentando que por aquel entonces estaba de viaje de estudios en Estados Unidos y que, por tanto, si alguien tiene que rendir cuentas ése deberá ser el juez Fernando Grande-Marlaska, quien le sustituyó en su ausencia.
A tal punto ha llegado el embrollo que el Tribunal Supremo ha acordado pedir un informe exhaustivo a Garzón en el que explique al detalle el estado en el que se encuentra el embargo de esos 48 locales. En caso de que olfateando encuentren que ha habido algún despiste de él o de Grande-Marlaska, trasladarán el caso a la Comisión Disciplinaria para que tome cartas en el asunto. El investigador se convierte en investigado.
Fuente: El Semanal Digital
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