sábado, mayo 26, 2007

El drama de las mujeres afganas


Las mujeres afganas continúan viviendo sin derechos en un país que, a ojos de la comunidad internacional, ya no es un peligro y cuenta con un gobierno ‘democrático’. Pero la situación, según RAWA, es muy diferente. Danish Hamid nació en Afganistán pero con muy pocos años emigró con su familia a Irán, para acabar años más tarde en los campos de refugiados en Pakistán. Desde que tiene uso de razón ha participado en las acciones humanitarias y políticas de RAWA (Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán) y ahora, con 23 años, recorre el mundo para explicar la verdadera situación en la que se encuentran las mujeres afganas y su país, “olvidado” por la comunidad internacional.


Esta joven afgana explica que, a pesar de la caída de los talibán y la formación de un nuevo gobierno liderado por Hamid Karzai, su pueblo “está sometido al terror y a la tiranía de los fundamentalistas”. Para contrarrestar la situación, RAWA – que todavía no ha sido legalizada en el país -- visita las ciudades y las áreas rurales, crea escuelas y centros de salud clandestinos, pone en marcha programas para discapacitados y forma a la mujer en derechos. Además, forma los hombres afganos “para conseguir un cambio de mentalidad que permita mejorar” la situación de las mujeres. Actualmente, las mujeres afganas ocupamos el mismo papel que los judíos en la Europa nazi.


¿A qué problemas se enfrentan las mujeres afganas en estos momentos?

No podemos decir que las mujeres tengan libertad en Afganistán porque los fundamentalistas ocupan el poder y tienen la misma mentalidad que los talibán: están en contra de las mujeres y de cualquier tipo de progreso. En las ciudades, las mujeres no se sienten seguras ni libres para hablar o salir a la calle, pero no porque sean cobardes. Hablamos de mujeres educadas pero que, por miedo a los grupos fundamentalistas, siguen llevando el burka.

¿Y en las áreas rurales?

La situación es aún peor, porque el Gobierno no tiene el control. Esto significa que en estas provincias los fundamentalistas tienen el poder, pistolas y dólares en los bolsillos. Y hacen lo que les apetece: matan, violan, maltratan, secuestran... Ni en las ciudades ni en las áreas rurales hay seguridad para las mujeres y su situación seguirá igual mientras haya fundamentalistas en el poder. En todo el país no hay una buena atención sanitaria, ni servicios de educación, somos un país destruido que ha de empezar de cero y que debería apostar por la seguridad, en especial para las mujeres. ¿Para qué queremos escuelas o universidades si no nos sentimos seguras? Incluso dentro del burka las mujeres tienen miedo.

¿Estamos entonces ante una democracia ficticia?

La democracia en Afganistán no es real, pero en Estados Unidos y otros países la gente cree a los medios de comunicación e incluso a los fundamentalistas que dicen querer devolver la democracia y la libertad al país. No podemos hablar de democracia o libertad, y muchos menos de seguridad, si no hay paz en nuestro país. Antes del régimen talibán, los grupos que ahora tienen el poder violaron y secuestraron a numerosas mujeres. De hecho, ahora la excepción es el presidente Karzai, que al estar rodeado de fundamentalistas no puede hacer nada. Lo preocupante es que estos grupos muestran al mundo que Afganistán tiene una democracia y que protege los derechos humanos, pero cuando las fuerzas internacionales abandonen el país se enfrentarán entre sí y empezarán a matar, robar, secuestrar... y los peores crímenes serán cometidos contra las mujeres.

¿Qué papel juega Naciones Unidas en este conflicto?

Para nosotras, la única solución es que la ONU y la comunidad internacional nos ayuden y desarmen a todos los grupos fundamentalistas. Ni siquiera pedimos un Gobierno democrático para nuestro país, porque sabemos que es algo muy difícil y que lleva tiempo, pero por lo menos queremos un Gobierno no fundamentalista y que pueda proporcionarnos paz y seguridad.



No hay comentarios: