Miguel Ángel Torres ha destapado la mayor operación de blanqueo de dinero de Europa (operación Ballena Blanca) y la trama de Marbella (caso Malaya), pero será recordado como el juez que envió a la Pantoja al calabozo. Este instructor tenaz, que nunca coge el teléfono de su juzgado, viajó a Bilbao en marzo pasado para hablar en unas jornadas organizadas por el Tribunal Superior. Aquel día estuvo asequible con los periodistas, pero rechazó las entrevistas. "De lo que queréis saber no os puedo contar nada", explicó, mientras removía el café con una cucharilla. "Y lo que puedo contaros seguramente carece de interés para vosotros". A continuación se comió una pasta.
Torres es un granadino de 35 años que tiene aspecto de ser el primero de la clase, lo cual se puede comprobar ojeando su expediente universitario, cuajado de matrículas y sobresalientes. El instructor del caso Malaya sacó las oposiciones de juez con 28 años, pero no brilló de la misma manera en la Escuela Judicial de Barcelona, que es el lugar donde los futuros magistrados reciben clases prácticas antes de ir a un juzgado. En la Ciudad Condal encabezó una protesta contra el tipo de preparación que le brindaban sus profesores y acabó repitiendo curso.
A Marbella llegó en 2003, después de haber ejercido en la plaza de Santa Fe, una población granadina donde conoció a su actual esposa, que es funcionaria judicial. Ella se quedó destinada en aquel munnicipio cuando Torres fue trasladado a la provincia vecina, de modo que la boda se fue gestando en el escaso tiempo que dejó libre el desfile de políticos, empresarios y famosos por el juzgado marbellí. Después del viaje de novios, el recién casado regresó a sus jornadas de catroce horas de trabajo, sólo interrumpidas por "sandwichs" fríos al mediodía.
Al juez Torres se le ha tachado de inescrutable, pero su intervención en Bilbao fue diáfana. Durante una hora explicó cómo se organizan los fraudes urbanísticos, qué mezquindades y ambiciones sociales mueven a los ediles corruptos; cómo se orquesta el blanqueo de dinero; cómo han remoloneado los bancos antes las peticiones de información; qué cambios judiciales y policiales habría que introducir para atrapar a quien soborna y a quien se deja sobornar... Lo peor de los escándalos, resumió, "es que transmiten a los jóvenes la idea de que se puede ganar mucho dinero sin trabajar".
Cuando el juez de Marbella terminó de hablar -su franqueza había arrancado la sonrisa del prsidente del Tribunal Superior, Fernando Ruiz Piñeiro- algunos presentes pronosticaron que Isabel Pantoja pasaría trances difíciles. Torres había disertado en términos generales, pero las cosas que había contado sólo podía haberlas conocido en los interrogatorios del juzgado, un trámite en el que se ha ganado la fama de frío y minucioso. En la sala flotaron inevitablemente los rostros de los famosos.
Torres se marchó enseguida al aeropuerto de Loiu para tomar un vuelo a Málaga. Tenía mucho que hacer en el juzgado.
Fuente: El Diario Montañés
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