lunes, diciembre 20, 2010

Procuradores: Cuando el juzgado es la oficina

Padre e hijo comparten despacho y profesión. Pasan más tiempo en el juzgado que en sus despachos. Son procuradores de los tribunales, una figura desconocida para muchos pero, sin embargo, imprescindible en el ordenamiento jurídico, que contempla que sean ellos quien ejerzan la representación procesal de las partes en litigio ante juzgados y tribunales.


Aunque por su vinculación familiar tienen incompatibilidades para ejercer su profesión -lo que supone que uno no puede llevar un pleito en el que la parte contraria sea el otro- padre e hijo comparten oficina y, reconocen, «si uno no puede ir al juzgado por cualquier cosa, va el otro».

Sin embargo, la llegada de ambos a la profesión que siempre han ejercido en Orense tiene matices muy distintos. El padre, Francisco Pérez Saa, se jubiló de su primer trabajo cuando tenía 55 años y pensó que era demasiado temprano para dejar la vida laboral. Había estudiado Derecho años antes y siempre le había apasionado el mundo de las leyes, así que decidió colegiarse y empezar a trabajar como procurador de los tribunales. Hoy, a sus setenta años, está más activo que nunca y reconoce que no piensa en la jubilación. Le queda mucha carrera por delante.

Años después le llegó el turno al hijo, Francisco Pérez Pérez, de estudiar carrera universitaria. Decidió seguir los pasos de su progenitor. Se marchó a Salamanca a estudiar Derecho y empezó a pensar en la posibilidad de convertirse también en procurador. Había visto a su padre en acción y se dio cuenta de que aquello también podría apasionarle a él. «Siempre había pensado en ejercer algo relacionado con el derecho y como mi padre era procurador, lo viví en primera persona y me gustó. Y aquí estoy, nunca me he arrepentido de haber escogido este camino», asegura.

De primera mano

Reconoce eso sí, que la figura que representan no solo es desconocida para los ciudadanos, «lo primero que hacen los clientes es preguntarnos quienes somos y cual es nuestra función», sino incluso para los propios estudiantes de Derecho o licenciados. «El procurador es el gran desconocido incluso para los licenciados, no se sabe muy bien cual es su labor, por eso muchas veces se escoge ejercer la abogacía. Yo tuve suerte porque lo pude conocer de primera mano gracias a mi padre», dice el hijo.

Y por ello verlos a ambos entrar y salir del juzgado es habitual, todos los días del año y casi a cualquier hora. Más aún en los últimos tiempos, cuando el trabajo se ha multiplicado debido a la complicada situación económica. «Antes nadie ponía una reclamación en el juzgado por 1.000 euros, pero ahora sí se hace», explican.

Una buena relación profesional tanto con abogados como con funcionarios y operadores judiciales es clave para el oficio del procurador. Las últimas reformas les han concedido aún más competencias y, aseguran, «hoy por hoy somos imprescindibles».

Fuente: lavozdegalicia.es

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