MADRID.- Ha crecido la cría a 'flashazos' y a la orden de "grabando": 70 trabajos en seis años de vida laboral, unos ingresos de 40.000 euros entre 2004 y 2005 y, así va ella, candidata al Goya a la niña más estresada. Con lo del grito de 'corten', el Juzgado de Primera Instancia 66 de Madrid ha decidido apagar los focos y sentenciar a favor del padre, que pedía la guardia y custodia de los niños, en la demanda de divorcio.
Tiene sólo nueve años de edad, pero la niña C. V. ha estado desayunando con un guión entre las manos, cambiando la clase de Matemáticas por una sesión de maquillaje por decisión de mamá y siendo paseada por platós y rodajes robándole imperdonablemente saltos a la comba... Que si teleseries, que si catálogos de ropa, que si filmes, que si cortometrajes. Como no podía ser de otra manera, con unas faltas de asistencia a clase de película: cerca de 40 días de ausencia en el primer trimestre de este curso.
En una resolución pionera, el Juzgado de Primera Instancia número 66 de Madrid ha decidido retirarle a la madre la guarda y custodia de C. V. la niña actriz y de L. V. que ya estaba siendo obligado a hacer sus pinitos a su siete años y dársela al padre. Porque, viene a decir la juez, es mejor ir a clase y disfrutar del ocio que andar postulándose para los Oscar.
"En la exploración, los niños han manifestado que desean vivir en compañía de su padre, ya que no trabajarían tanto como lo hacen ahora estando con la madre", recoge el fallo. "El equipo psicosocial del Juzgado pone de manifiesto que los menores están cansados del exceso de trabajo artístico, ya que incluso dicha ocupación les impide estar periódicamente con su padre, al cual añoran", asevera.
"Además, el informe indica que a los niños les resulta difícil conciliar el aspecto académico, el tiempo de ocio y las visitas paternofiliales con el mundo del espectáculo (...). Resulta más beneficioso para ellos la convivencia con la figura paterna".
Alertada por el padre con papeles en mano, cuando la juez se enteró de cómo estaban creciendo los críos emitió un auto en octubre por el que le pedía a la madre que entregase el pasaporte de la hija, para evitar así el enésimo compromiso: un viaje con la cría a Argentina para rodar en pleno curso. C. V. fue metida en el avión igual. Y 'mamá spot' puso rumbo a hacer las Américas con la niña.
Lo cierto es que últimamente han salido menos contratos, sobre todo porque la Dirección del Trabajo de Madrid estaba alertada y ha denegado el permiso para que los dos menores trabajen. Atrás van a quedar esos días en que el padre tenía que esperar hasta cuatro horas para que le dieran al crío, porque estaba en una sesión. Atrás también esos días en que C. V. llegaba a casa a las cuatro de la madrugada después de grabar un corto en Villanueva de la Cañada.
La vuelta al recreo, a despellejarse las rodillas y a la fila de clase es, en parte, culpa de Carmen Calleja, abogada que lleva 30 años peleando por el bienestar de los menores. Esta vez fue contratada por el padre. "A un niño no se le puede obligar a trabajar. Los dos hijos han hablado libremente y han dicho que no pueden más y que quieren estar con su padre, porque quieren ser como el resto".
A los dos críos los llamó la juez y estuvieron declarando el 12 de diciembre, día de la vista del divorcio 'Kramer contra Kramer', delante de su señoría y del fiscal a solas y por separado. Insistieron en que estaban cansados de tanto neón, en que no querían trabajar más. La imagen más insólita fue ver a L. V., aquel enano de siete años, emperrado en lo suyo como otros se emperran en que les compren cromos: "No, no, si yo lo que quiero es ir al colegio, ir al colegio...".
Tiene sólo nueve años de edad, pero la niña C. V. ha estado desayunando con un guión entre las manos, cambiando la clase de Matemáticas por una sesión de maquillaje por decisión de mamá y siendo paseada por platós y rodajes robándole imperdonablemente saltos a la comba... Que si teleseries, que si catálogos de ropa, que si filmes, que si cortometrajes. Como no podía ser de otra manera, con unas faltas de asistencia a clase de película: cerca de 40 días de ausencia en el primer trimestre de este curso.
En una resolución pionera, el Juzgado de Primera Instancia número 66 de Madrid ha decidido retirarle a la madre la guarda y custodia de C. V. la niña actriz y de L. V. que ya estaba siendo obligado a hacer sus pinitos a su siete años y dársela al padre. Porque, viene a decir la juez, es mejor ir a clase y disfrutar del ocio que andar postulándose para los Oscar.
"En la exploración, los niños han manifestado que desean vivir en compañía de su padre, ya que no trabajarían tanto como lo hacen ahora estando con la madre", recoge el fallo. "El equipo psicosocial del Juzgado pone de manifiesto que los menores están cansados del exceso de trabajo artístico, ya que incluso dicha ocupación les impide estar periódicamente con su padre, al cual añoran", asevera.
"Además, el informe indica que a los niños les resulta difícil conciliar el aspecto académico, el tiempo de ocio y las visitas paternofiliales con el mundo del espectáculo (...). Resulta más beneficioso para ellos la convivencia con la figura paterna".
Alertada por el padre con papeles en mano, cuando la juez se enteró de cómo estaban creciendo los críos emitió un auto en octubre por el que le pedía a la madre que entregase el pasaporte de la hija, para evitar así el enésimo compromiso: un viaje con la cría a Argentina para rodar en pleno curso. C. V. fue metida en el avión igual. Y 'mamá spot' puso rumbo a hacer las Américas con la niña.
Lo cierto es que últimamente han salido menos contratos, sobre todo porque la Dirección del Trabajo de Madrid estaba alertada y ha denegado el permiso para que los dos menores trabajen. Atrás van a quedar esos días en que el padre tenía que esperar hasta cuatro horas para que le dieran al crío, porque estaba en una sesión. Atrás también esos días en que C. V. llegaba a casa a las cuatro de la madrugada después de grabar un corto en Villanueva de la Cañada.
La vuelta al recreo, a despellejarse las rodillas y a la fila de clase es, en parte, culpa de Carmen Calleja, abogada que lleva 30 años peleando por el bienestar de los menores. Esta vez fue contratada por el padre. "A un niño no se le puede obligar a trabajar. Los dos hijos han hablado libremente y han dicho que no pueden más y que quieren estar con su padre, porque quieren ser como el resto".
A los dos críos los llamó la juez y estuvieron declarando el 12 de diciembre, día de la vista del divorcio 'Kramer contra Kramer', delante de su señoría y del fiscal a solas y por separado. Insistieron en que estaban cansados de tanto neón, en que no querían trabajar más. La imagen más insólita fue ver a L. V., aquel enano de siete años, emperrado en lo suyo como otros se emperran en que les compren cromos: "No, no, si yo lo que quiero es ir al colegio, ir al colegio...".
Fuente: El Mundo.es
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