El retraso que acumulan las obras de la Ciudad de la Justicia que la Junta de Andalucía construirá en Arroyo del Moro está perjudicando el negocio de algunos de los hosteleros de la zona, que bien abrieron sus bares y cafeterías pensando en que los nuevos juzgados proporcionarían mucha clientela o, al menos, tuvieron presente la nueva ubicación de aquéllos entre los motivos que les llevaron a montar su empresa en el barrio.
Aunque en 2001 se incluyó este proyecto en el Plan de Infraestructuras Judiciales de la Consejería de Justicia, fue 2004 el año en el que se acordó el emplazamiento de la nueva sede judicial: un solar limitado por las calles Formentera, Cantábrico, Isla Gomera e Isla Mallorca propiedad del Ayuntamiento, que tardó dos años en cederlo, lo que contribuyó al retraso. Desde entonces han abierto varios bares y cafeterías con la vista puesta en el filón que supondría un negocio de hostelería frente a un edificio al que a diario acuden a trabajar varios cientos de personas y otras tantas lo visitan para hacer gestiones o participar en juicios.
Sin embargo, seis años después, en el terreno de 53.625 metros cuadrados en el que ya debería de estar concluido el proyecto firmado por la arquitecta holandesa Francine Houbern, sólo crece la maleza a la vista de quienes esperan que aunque sea sólo el inicio de los trabajos, cuyo coste total superará los 83 millones de euros, ayude a compensar lo que la crisis está quitando.
En este compás de espera de la construcción de la Ciudad de la Justicia ha habido tiempo para que abran y cierren empresas como «Themis», un local que en la calle Formentera era cafetería de día y pub de noche, que llegó a contar con cinco empleados. Ahora tiene la persiana bajada de manera permanente. Su dueño, Rafael Espejo, inauguró el bar en diciembre de 2004 después de saber que a unos metros se levantarían los nuevos juzgados cordobeses. En junio pasado el solar seguía expedito de ladrillo y cemento y decidió cerrar. «Llegué a tener cinco empleados y los fui despidiendo poco a poco hasta que me quedé solo. Cuando la Administración dio fechas debió cumplirlas y no hacer ilusiones a la gente», explicó Rafael.
El incumplimiento de los plazos anunciados una y otra vez por la Junta de Andalucía para comenzar a construir la Ciudad de la Justicia ha dejado a este joven con una deuda que sigue pagando y con el negocio cerrado a la espera de que en el solar haya actividad para continuar él con la de su empresa.
En el reducido entorno, en el que en dos calles hay una casi decena de bares, han cerrado otras empresas como una tienda de libros o un restaurante, según recordó Rafael Espejo, y ha habido varios traspasos.
Uno de ellos el de la cafetería «Moala», que desde octubre atiende Francisco Leganés, en la calle Isla Gomera. Aunque es empleado, el negocio es de su hermano, que «no lo compró exclusivamente porque aquí vayan a ubicar la Ciudad de la Justicia, aunque sabía que eso sería de gran ayuda» para que la cafetería fuese rentable. Francisco es consciente de que «cuando empiecen a construir nos vamos a beneficiar todos» pues ya desde ese momento comenzará el trasiego de albañiles a la hora del desayuno o para tomar la cerveza antes de comer, según apuntan los negocios consultados.
Por esta razón, Francisco Leganés urge a la Junta a que acometa las obras. Estas iban a estar en marcha antes de final de 2010 aunque ha vuelto a retrasarlas a 2011 y con ello el plazo para acabarlas y equipar el edificio. A partir de ahí habrá que comenzar el traslado progresivo de todos y cada uno de los órganos judiciales de la capital, lo que los sindicatos estiman que tardará en completarse, aunque es en este momento cuando más podrían ayudar los juzgados a sus nuevos vecinos de Arroyo del Moro pues con la crisis económica no a todos les va tan bien como hace unos años.
Es por eso que incluso quienes abrieron sus bares antes de que se supiera que enfrente estaría la Ciudad de la Justicia la esperan con ganas, como le ocurre a Bartolomé Merino, que regenta el bar «Lay» y que no ve con buenos ojos que la idea siga sólo planteada en el papel aún.
Los beneficios de un centro de trabajo y administrativo como el que será la Ciudad de la Justicia no sólo se esperan en las calles contiguas, sino en todo el barrio. La calle Isla de Fuerteventura, una de las vías principales de aquella zona, y su entorno cuenta con varias cafeterías y cervecerías que en primavera y verano «funcionan» pero en otoño e invierno sólo «subsisten», según apunta el dueño de una llamada «TJ», Juan Delgado.
Aunque las intenciones de la Junta de Andalucía no fueron condición para establecer allí su negocio, Juan reconoce que será «un revulsivo para el barrio».
Por el momento, en el solar en el que se construirá a infraestructura judicial sólo hay un cartel en el que se informa de las excavaciones arqueológicas.
Fuente: ABC.es
Aunque en 2001 se incluyó este proyecto en el Plan de Infraestructuras Judiciales de la Consejería de Justicia, fue 2004 el año en el que se acordó el emplazamiento de la nueva sede judicial: un solar limitado por las calles Formentera, Cantábrico, Isla Gomera e Isla Mallorca propiedad del Ayuntamiento, que tardó dos años en cederlo, lo que contribuyó al retraso. Desde entonces han abierto varios bares y cafeterías con la vista puesta en el filón que supondría un negocio de hostelería frente a un edificio al que a diario acuden a trabajar varios cientos de personas y otras tantas lo visitan para hacer gestiones o participar en juicios.
Sin embargo, seis años después, en el terreno de 53.625 metros cuadrados en el que ya debería de estar concluido el proyecto firmado por la arquitecta holandesa Francine Houbern, sólo crece la maleza a la vista de quienes esperan que aunque sea sólo el inicio de los trabajos, cuyo coste total superará los 83 millones de euros, ayude a compensar lo que la crisis está quitando.
En este compás de espera de la construcción de la Ciudad de la Justicia ha habido tiempo para que abran y cierren empresas como «Themis», un local que en la calle Formentera era cafetería de día y pub de noche, que llegó a contar con cinco empleados. Ahora tiene la persiana bajada de manera permanente. Su dueño, Rafael Espejo, inauguró el bar en diciembre de 2004 después de saber que a unos metros se levantarían los nuevos juzgados cordobeses. En junio pasado el solar seguía expedito de ladrillo y cemento y decidió cerrar. «Llegué a tener cinco empleados y los fui despidiendo poco a poco hasta que me quedé solo. Cuando la Administración dio fechas debió cumplirlas y no hacer ilusiones a la gente», explicó Rafael.
El incumplimiento de los plazos anunciados una y otra vez por la Junta de Andalucía para comenzar a construir la Ciudad de la Justicia ha dejado a este joven con una deuda que sigue pagando y con el negocio cerrado a la espera de que en el solar haya actividad para continuar él con la de su empresa.
En el reducido entorno, en el que en dos calles hay una casi decena de bares, han cerrado otras empresas como una tienda de libros o un restaurante, según recordó Rafael Espejo, y ha habido varios traspasos.
Uno de ellos el de la cafetería «Moala», que desde octubre atiende Francisco Leganés, en la calle Isla Gomera. Aunque es empleado, el negocio es de su hermano, que «no lo compró exclusivamente porque aquí vayan a ubicar la Ciudad de la Justicia, aunque sabía que eso sería de gran ayuda» para que la cafetería fuese rentable. Francisco es consciente de que «cuando empiecen a construir nos vamos a beneficiar todos» pues ya desde ese momento comenzará el trasiego de albañiles a la hora del desayuno o para tomar la cerveza antes de comer, según apuntan los negocios consultados.
Por esta razón, Francisco Leganés urge a la Junta a que acometa las obras. Estas iban a estar en marcha antes de final de 2010 aunque ha vuelto a retrasarlas a 2011 y con ello el plazo para acabarlas y equipar el edificio. A partir de ahí habrá que comenzar el traslado progresivo de todos y cada uno de los órganos judiciales de la capital, lo que los sindicatos estiman que tardará en completarse, aunque es en este momento cuando más podrían ayudar los juzgados a sus nuevos vecinos de Arroyo del Moro pues con la crisis económica no a todos les va tan bien como hace unos años.
Es por eso que incluso quienes abrieron sus bares antes de que se supiera que enfrente estaría la Ciudad de la Justicia la esperan con ganas, como le ocurre a Bartolomé Merino, que regenta el bar «Lay» y que no ve con buenos ojos que la idea siga sólo planteada en el papel aún.
Los beneficios de un centro de trabajo y administrativo como el que será la Ciudad de la Justicia no sólo se esperan en las calles contiguas, sino en todo el barrio. La calle Isla de Fuerteventura, una de las vías principales de aquella zona, y su entorno cuenta con varias cafeterías y cervecerías que en primavera y verano «funcionan» pero en otoño e invierno sólo «subsisten», según apunta el dueño de una llamada «TJ», Juan Delgado.
Aunque las intenciones de la Junta de Andalucía no fueron condición para establecer allí su negocio, Juan reconoce que será «un revulsivo para el barrio».
Por el momento, en el solar en el que se construirá a infraestructura judicial sólo hay un cartel en el que se informa de las excavaciones arqueológicas.
Fuente: ABC.es
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