Era uno de esos sueños que, porque mordían en las entrañas del localismo, se antojaban imposibles. Sin embargo, ya han pasado diez años desde que empezase a funcionar la sala compostelana de la Audiencia Provincial de La Coruña; y no se ha producido ningún cataclismo, bien al contrario.
La historia de la sección sexta a lo largo de estos dos lustros es también un retrato sociológico de la delincuencia de una ciudad, de su tipología, de su evolución. El denominado caso Pastor, el asesinato de Beatriz Garaboa Ríos o el juicio a los vecinos de o Eixo, así como la muerte del hincha de fútbol Manuel Ríos Suárez, ocupan solo una mínima parte del océano de folios en el que navegan, cada día, los magistrados Ángel Pantín Reigada -presidente de la sala-, José Ramón Sánchez Herrero, Leonor Castro Calvo, José Gómez Rey y ahora también, apoyando como magistrado emérito, el ex conselleiro Antonio Pillado. Y, por supuesto, un equipo de funcionarios sin el que el barco ni habría zarpado.
Tipología propia
Sociológicamente, la materia penal ha sido muy ilustrativa para saber qué tipo de delincuencia generan Santiago de Compostela y su área de influencia. El presidente enumera «muchos casos de tráfico de drogas», con la particularidad de que, cuando se ha tratado de tramas bastante organizadas -con una estructura, eso sí, de andar por casa- el origen hay que buscarlo en la zona de Ribeira. Pero ha habido una evolución: en los últimos años, muchas de estas organizaciones pseudoartesanas se han trasladado al extrarradio de la capital de Galicia, a zonas como Milladoiro o Bertamiráns. «En Santiago capital ha habido algún grupo en la zona de Pontepedriña, pero parece que ahora se han ido más a la periferia, y tampoco es una problemática especialmente acuciante».
Los juicios de lesiones, que llegan en gran cantidad, tienen su aquel. Pantín explica que «es el asunto de los famosos dientes: en las agresiones que causan deformidad, la pena excede de las competencias del juzgado de lo penal y nos llegan a nosotros».
No han faltado estafas que juzgar en estos diez años. Y, aunque no hayan sido económicamente demasiado importantes, en muchos casos acaban también en la Audiencia porque el instrumento del delito ha sido un cheque falsificado.
Fuente: lavozdegalicia.es
La historia de la sección sexta a lo largo de estos dos lustros es también un retrato sociológico de la delincuencia de una ciudad, de su tipología, de su evolución. El denominado caso Pastor, el asesinato de Beatriz Garaboa Ríos o el juicio a los vecinos de o Eixo, así como la muerte del hincha de fútbol Manuel Ríos Suárez, ocupan solo una mínima parte del océano de folios en el que navegan, cada día, los magistrados Ángel Pantín Reigada -presidente de la sala-, José Ramón Sánchez Herrero, Leonor Castro Calvo, José Gómez Rey y ahora también, apoyando como magistrado emérito, el ex conselleiro Antonio Pillado. Y, por supuesto, un equipo de funcionarios sin el que el barco ni habría zarpado.
Tipología propia
Sociológicamente, la materia penal ha sido muy ilustrativa para saber qué tipo de delincuencia generan Santiago de Compostela y su área de influencia. El presidente enumera «muchos casos de tráfico de drogas», con la particularidad de que, cuando se ha tratado de tramas bastante organizadas -con una estructura, eso sí, de andar por casa- el origen hay que buscarlo en la zona de Ribeira. Pero ha habido una evolución: en los últimos años, muchas de estas organizaciones pseudoartesanas se han trasladado al extrarradio de la capital de Galicia, a zonas como Milladoiro o Bertamiráns. «En Santiago capital ha habido algún grupo en la zona de Pontepedriña, pero parece que ahora se han ido más a la periferia, y tampoco es una problemática especialmente acuciante».
Los juicios de lesiones, que llegan en gran cantidad, tienen su aquel. Pantín explica que «es el asunto de los famosos dientes: en las agresiones que causan deformidad, la pena excede de las competencias del juzgado de lo penal y nos llegan a nosotros».
No han faltado estafas que juzgar en estos diez años. Y, aunque no hayan sido económicamente demasiado importantes, en muchos casos acaban también en la Audiencia porque el instrumento del delito ha sido un cheque falsificado.
Fuente: lavozdegalicia.es
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