viernes, noviembre 14, 2008

Un juez ordena que un niño sea educado pijamente

El juez de Sevilla don Francisco Serrano acaba de sentenciar el litigio matrimonial entre un prestigioso y adinerado catedrático de farmacia y su hasta hace poco esposa. Lo más llamativo de la resolución: el ex marido pasará al hijo habido en este matrimonio –de dos años de edad–, una pensión alimenticia de 3.500 euros mensuales, los cuales deben ser invertidos por la madre en capítulos obligatorios tan dispensiosos como servicio doméstico, colegio privado bilingüe, sanidad privada y ropa cara, de marca. Aparte de ello, como norma general para la educación del muchacho se dispone que el mismo debe vivir en un ambiente de élite, acorde con las posibilidades económicas del padre.


De esta forma, argumenta el juez, cuando el nene tenga edad de decidir no irá a vivir con su padre sólo por puro y libertino capricho, o sea, por su dinero. Acostumbrado como estará a la vida muelle, con chacha y mayordomo y zapatillas Nike en vez de pantuflas para andar por casa, no se arrimará a la figura del padre por mero egoísmo consumista sino, Dios lo quiera, por auténtico cariño, del que ni se compra ni vende.

Es decir, que la madre del infante está obligada a criar un niño pijo. La única decisión transcendente que le queda a la inocente víctima de esta sentencia será decidir, en su día, si vive el pijerío con Loden y fotografía dedicada de Ana Botella en la cartera de piel diseño Armani o, por el contrario, se apunta a una ONG, se coloca un pañuelo palestino y se echa de novia a una okupa con cresta naranja a modo de copete, veintiocho piercings de las cejas al labio inferior y un tatuaje del Che Guevara en la teta izquierda (casos se han dado, lo he visto con mis ojos pecadores; me refiero a lo del Che Guevara y la teta).

El pijerío ya es ley. Tenemos un ministerio de igualdad que, en este caso, debería velar, supongo, porque el niño pijo sea igual a los demás niños pijos de España, sin discriminaciones de ninguna clase y con derecho a todo lo que legítimamente puede aspirar cualquiera de ellos. Y en cumplimiento del mandato judicial, imagino que la policía cuidará, llegado el caso, para que al cachorro no se le ocurra alquilar una vivienda en cualquier suburbio, o en el peor de los casos comprarla al Pocero Bueno por la irrisoria y hortera cantidad de 120.000 euros. Hasta ahí podíamos llegar.

Servicio doméstico, colegio privado bilingüe, ropa cara, sanidad privada... eso es lo que entiende el juez sevillano por una educación de élite. Él y muchísima más gente, no nos engañemos. La buena educación, que es otra cosa muy otra, ya le llegará cuando la divina providencia disponga. Y si no ocurre el milagro, nada, no preocuparse; a fin de cuentas el que nace pijo y muere pijo suele ser feliz en el tránsito. Habiendo disfrutado él, ¿quiénes somos los demás para juzgarle? Además, siendo pijo/a, le salen a uno/a muchas oportunidades en la vida. Hasta ministro/a se puede llegar. Que se lo pregunten a la titular de la cartera de Defensa, o sea, lo dicho. Yo no le veo más que ventajas a esto de ser pijo. Lástima que mi padre no fuese catedrático de farmacia e inversor inmobiliario sino viajante de comercio. Lástima de lo más lastimoso. Pobre de mí.

Fuente: elmanifiesto.com

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