La Justicia tiene graves problemas y los ciudadanos creen que los registros civiles son el mayor de ellos. El año pasado, estos organismos concentraron el 52% de las quejas que los ciudadanos interpusieron ante el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) por el mal funcionamiento de Juzgados y Tribunales. La mayor parte de las reclamaciones estuvieron relacionadas con los tiempos de espera, el personal insuficiente y el escaso horario de atención al público.
La modernización de la Justicia suena bien pero sobre el terreno es una entelequia. El Registro Civil Único de Madrid, uno de los 22 constituidos en España de estas características, es una colección de gente perdida, colas de una hora, pasillos saturados y archivos del pleistoceno. Las filas doblan la esquina a primera hora de la mañana.
Las competencias sobre la Administración de Justicia están transferidas a la Comunidad de Madrid. La dotación de jueces, fiscales y secretarios judiciales corresponde al Ministerio de Justicia. Y su director, el magistrado José María Bento Company, depende jerárquicamente del CGPJ. Las competencias están claras pero su combinación práctica es desastrosa.
“Las quejas vienen porque no se nos da el apoyo necesario. No es que se les atienda mal, es que no se les puede atender”, aclara nada más empezar el magistrado José María Bento. “El fenómeno de la inmigración ha multiplicado nuestro nivel de trabajo pero estamos con los mismos jueces, fiscales y secretarios que en 1985 y las instalaciones no dan para más. La Comunidad de Madrid nos dejó un edificio contiguo que nos sirve de respiradero”, cuenta Bento.
Atraso tecnológico
La informatización de los archivos del Registro Único de Madrid arrancó en 2001. Cualquier partida de nacimiento con fecha anterior, por ejemplo, debe ser buscada en la sala de libros del sótano. El documento tarda varios días en estar disponible. Los registros civiles de las diferentes ciudades de España tampoco están conectados. Un fiscal del registro de Barcelona no puede saber si una persona ha intentado cerrar siete matrimonios de conveniencia en Sevilla. Las filas para inscribir a un hijo, declarar una defunción, iniciar un expediente de nacionalidad o contraer matrimonio llegan al final del pasillo porque no hay aplicaciones informáticas para hacer las gestiones desde casa.
Los padres mandan a los abuelos para esquivar una mañana de ventanilla en ventanilla. Como le ha ocurrido a Enrique, abuelo retirado, que espera en la cola de Información, la primera criba. “Me han mandado mis hijos para solicitar una copia de la partida de nacimiento de mi nieto. Yo estoy jubilado, así que tengo todo el tiempo disponible”, cuenta Enrique. Juan, que espera en la misma fila, viene a inscribir a su segundo hijo. “Me salva que soy funcionario y tengo 15 días, porque me parece que voy a pasar aquí la mañana”.
Belén, funcionaria del departamento de nacimientos, asegura que están a pleno rendimiento y que, aunque consiguieran tener más compañeros de refuerzo, en su zona ya no cabe una sola persona.
El 23,9% de las reclamaciones cursadas en 2008 por los españoles ante la Unidad de Atención del CGPJ se quejaban del excesivo tiempo de espera. La segunda denuncia en número estaba relacionada con la escasez de plantilla de los registros (el 12,8% del total), seguida del horario de atención al público insuficiente (11,8% ), la lenta tramitación de los asuntos (8,2% ) y la organización irracional de la burocracia (6,2% ).
Las quejas de los ciudadanos se acentúan en las grandes ciudades, donde la mayor presencia de inmigrantes, obligados a solicitar a los registros todo tipo de documentos, ha afectado más a la prestación de los servicios. Pero no sólo Madrid, Barcelona o Valencia tienen problemas para absorber la demanda de asuntos. El CGPJ ha tenido que dotar de servicios especiales al registro civil de Torrelavega por el alto descontento que habían manifestado sus usuarios. La situación también dista mucho de ser perfecta en Cartagena. Antonio pudo inscribir a su hija al segundo intento, después de acudir y ver cómo se agotaban las citas a primera hora. "No entiendo cómo a estas alturas todavía hay que ir al sitio bien temprano y hacer cola para coger un numerito", denuncia Antonio.
Soluciones dispares
La descentralización de los servicios y la disparidad en los problemas que padece cada oficina se están afrontando con soluciones de urgencia aisladas e inconexas que sólo permiten a la Justicia salvar momentáneamente el tipo. Mientras en Madrid la informatización arrancó en 2001, en Torrelavega se ha puesto un programa en marcha para digitalizar los documentos archivados desde 1950. Los registros de Cataluña han logrado de las autoridades más medios personales y materiales, los de Andalucía han comenzado a abrir sus puertas por las tardes y los de la Comunidad Valenciana han creado su propio servicio informático para tramitar las quejas de los ciudadanos y no aportan datos a la estadística nacional.
El responsable del Registro Único de Madrid denuncia que no hay "voluntad política para invertir en una institución judicial que está en permanente contacto con los ciudadanos". "El edificio es antiguo. En las bodas, en invierno se pasa frío y calor en verano —prosigue Bento—. Hace unos años tramitábamos al año 4.000 expedientes de nacionalidad y en 2009 vamos a superar los 36.000 estando prácticamente los mismos. ¿Quién tiene culpa de eso? Esa es la pregunta".
Andrés Galán, letrado con experiencia en temas civiles, se pregunta por qué se mantienen procedimientos de otro siglo en un campo de la Administración sencillo, que no plantea demasiados retos técnicos. “Los nacimientos deberían ser comunicados automáticamente a los registros por los hospitales. No hay ningún motivo para que en pleno siglo XXI la gente tenga que desplazarse a llevar en mano un papel. Y lo mismo podrían hacer las funerarias con las defunciones".
La Unidad de Atención destaca que las reclamaciones ciudadanas producen mejoras de la Administración de Justicia en un 26% de los casos. Los ciudadanos tendrán que seguir denunciando lo que las autoridades no son capaces de prever.
Fuente: cope.es
La modernización de la Justicia suena bien pero sobre el terreno es una entelequia. El Registro Civil Único de Madrid, uno de los 22 constituidos en España de estas características, es una colección de gente perdida, colas de una hora, pasillos saturados y archivos del pleistoceno. Las filas doblan la esquina a primera hora de la mañana.
Las competencias sobre la Administración de Justicia están transferidas a la Comunidad de Madrid. La dotación de jueces, fiscales y secretarios judiciales corresponde al Ministerio de Justicia. Y su director, el magistrado José María Bento Company, depende jerárquicamente del CGPJ. Las competencias están claras pero su combinación práctica es desastrosa.
“Las quejas vienen porque no se nos da el apoyo necesario. No es que se les atienda mal, es que no se les puede atender”, aclara nada más empezar el magistrado José María Bento. “El fenómeno de la inmigración ha multiplicado nuestro nivel de trabajo pero estamos con los mismos jueces, fiscales y secretarios que en 1985 y las instalaciones no dan para más. La Comunidad de Madrid nos dejó un edificio contiguo que nos sirve de respiradero”, cuenta Bento.
Atraso tecnológico
La informatización de los archivos del Registro Único de Madrid arrancó en 2001. Cualquier partida de nacimiento con fecha anterior, por ejemplo, debe ser buscada en la sala de libros del sótano. El documento tarda varios días en estar disponible. Los registros civiles de las diferentes ciudades de España tampoco están conectados. Un fiscal del registro de Barcelona no puede saber si una persona ha intentado cerrar siete matrimonios de conveniencia en Sevilla. Las filas para inscribir a un hijo, declarar una defunción, iniciar un expediente de nacionalidad o contraer matrimonio llegan al final del pasillo porque no hay aplicaciones informáticas para hacer las gestiones desde casa.
Los padres mandan a los abuelos para esquivar una mañana de ventanilla en ventanilla. Como le ha ocurrido a Enrique, abuelo retirado, que espera en la cola de Información, la primera criba. “Me han mandado mis hijos para solicitar una copia de la partida de nacimiento de mi nieto. Yo estoy jubilado, así que tengo todo el tiempo disponible”, cuenta Enrique. Juan, que espera en la misma fila, viene a inscribir a su segundo hijo. “Me salva que soy funcionario y tengo 15 días, porque me parece que voy a pasar aquí la mañana”.
Belén, funcionaria del departamento de nacimientos, asegura que están a pleno rendimiento y que, aunque consiguieran tener más compañeros de refuerzo, en su zona ya no cabe una sola persona.
El 23,9% de las reclamaciones cursadas en 2008 por los españoles ante la Unidad de Atención del CGPJ se quejaban del excesivo tiempo de espera. La segunda denuncia en número estaba relacionada con la escasez de plantilla de los registros (el 12,8% del total), seguida del horario de atención al público insuficiente (11,8% ), la lenta tramitación de los asuntos (8,2% ) y la organización irracional de la burocracia (6,2% ).
Las quejas de los ciudadanos se acentúan en las grandes ciudades, donde la mayor presencia de inmigrantes, obligados a solicitar a los registros todo tipo de documentos, ha afectado más a la prestación de los servicios. Pero no sólo Madrid, Barcelona o Valencia tienen problemas para absorber la demanda de asuntos. El CGPJ ha tenido que dotar de servicios especiales al registro civil de Torrelavega por el alto descontento que habían manifestado sus usuarios. La situación también dista mucho de ser perfecta en Cartagena. Antonio pudo inscribir a su hija al segundo intento, después de acudir y ver cómo se agotaban las citas a primera hora. "No entiendo cómo a estas alturas todavía hay que ir al sitio bien temprano y hacer cola para coger un numerito", denuncia Antonio.
Soluciones dispares
La descentralización de los servicios y la disparidad en los problemas que padece cada oficina se están afrontando con soluciones de urgencia aisladas e inconexas que sólo permiten a la Justicia salvar momentáneamente el tipo. Mientras en Madrid la informatización arrancó en 2001, en Torrelavega se ha puesto un programa en marcha para digitalizar los documentos archivados desde 1950. Los registros de Cataluña han logrado de las autoridades más medios personales y materiales, los de Andalucía han comenzado a abrir sus puertas por las tardes y los de la Comunidad Valenciana han creado su propio servicio informático para tramitar las quejas de los ciudadanos y no aportan datos a la estadística nacional.
El responsable del Registro Único de Madrid denuncia que no hay "voluntad política para invertir en una institución judicial que está en permanente contacto con los ciudadanos". "El edificio es antiguo. En las bodas, en invierno se pasa frío y calor en verano —prosigue Bento—. Hace unos años tramitábamos al año 4.000 expedientes de nacionalidad y en 2009 vamos a superar los 36.000 estando prácticamente los mismos. ¿Quién tiene culpa de eso? Esa es la pregunta".
Andrés Galán, letrado con experiencia en temas civiles, se pregunta por qué se mantienen procedimientos de otro siglo en un campo de la Administración sencillo, que no plantea demasiados retos técnicos. “Los nacimientos deberían ser comunicados automáticamente a los registros por los hospitales. No hay ningún motivo para que en pleno siglo XXI la gente tenga que desplazarse a llevar en mano un papel. Y lo mismo podrían hacer las funerarias con las defunciones".
La Unidad de Atención destaca que las reclamaciones ciudadanas producen mejoras de la Administración de Justicia en un 26% de los casos. Los ciudadanos tendrán que seguir denunciando lo que las autoridades no son capaces de prever.
Fuente: cope.es
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