jueves, enero 17, 2008

Logroño: El hermano pobre de los juzgados

Si las condiciones de la Justicia en La Rioja resultan francamente mejorables, el caso del Juzgado de Menores es, simplemente, tercermundista. Un piso antiguo de Jorge Vigón, ligeramente reformado, es la sede donde los menores y sus familias deben comparecer o acudir para cualquier trámite.

Allí, entre estufas eléctricas (no hay calefacción) y escasez de metros (agresores y agredidos comparten unos pocos metros cuadrados de 'hall' que hace de sala de espera), tres funcionarios, un secretario y un juez tratan de llevar a cabo su tarea.

La situación es tan lamentable y se ha prolongado tanto en el tiempo que la secretaria de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja ha enviado una carta al Ministerio de Justicia para que trate de paliar estas condiciones.

«[El juzgado] carece de calefacción, los despachos se separan por puertas corredoras, los expedientes se amontonan en las oficinas de los funcionarios, la puerta se abre con una cuerda...», explica la carta. «La situación dista mucho de dar la imagen de un servicio público moderno, ágil y eficaz que respete los derechos de los ciudadanos y profesionales de la Justicia», explica esta misiva enviada en diciembre.

Por esta razón, la secretaria solicita al Ministerio «que se adopten las medidas oportunas para que el Juzgado de Menores sea trasladado al Palacio de Justicia de la calle Víctor Pradera una vez finalicen las obras de reforma de dicho edificio y sin esperar la implantación de la nueva Oficina Judicial».

Este traslado, que se tenía que haber materializado hace dos años, realmente nunca tuvo lugar. El espacio destinado al Juzgado de Menores que se había creado en la última planta del Palacio de Justicia, debido a las incesantes obras del centro judicial, que obligaron a otras mudanzas y que condenaron al Juzgado de Menores a permanecer en Jorge Vigón.

Según el titular del Juzgado, algunas situaciones son delirantes. Por ejemplo, durante una comparecencia, que se realiza en su despacho, de una docena de metros cuadrados. Allí están presentes juez, fiscal, el menor, su abogado, el padre o la madre y dos personas del equipo técnico de atención especializada. «Es como el camarote de los hermanos Marx», explica gráficamente Solsona.

El espacio del piso es tan reducido que en los anaqueles del archivo no caben ya más expedientes y estos se tienen que acumular sobre una mesa o en el suelo. Los libros de legislación y el material de intendencia, como paquetes de folios o sobres, achican todavía más el angosto espacio del pasillo. «Llevamos años esperando una solución y que llegue lo antes posible porque la situación del juzgado es inadmisible. No podemos ni celebrar las vistas aquí y debemos ir al Palacio, con el trastorno que eso conlleva», dice Solsona.


Fuente: larioja.com

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