Que un juez mande a un raterillo a la escuela suena raro. Que ponga a un pirata cibernético a dar clases de informática, más. Al matón de barrio le invitó a entrar en el Ejército. Ahora es cabo y un día fue al juzgado a enseñar al magistrado el Seat Ibiza que había comprado con el sueldo. La fórmula que Emilio Calatayud, juez de Menores y autor de "Mis sentencias ejemplares", pone en marcha en Granada funciona. En Santander la explicó en el Ateneo. La sala se quedó pequeña.
- Oír hablar bien de un juez últimamente parece raro...
- Tal y como están las cosas, sí que es raro. Nosotros, en Menores, tenemos un campo no tan maleado como otros. Yo soy el primer sorprendido por la buena relación entre la sociedad y un juez. Pero también es culpa nuestra. Nos da miedo hablar con los medios y la transparencia. La justicia debe acercarse al ciudadano y, aunque se comenta que los jueces se pronuncian a través de las sentencias, siempre he dicho que es bueno que los jueces hablen.
- ¿Por qué la Justicia no está de moda?
- La Justicia nunca ha estado de moda. Uno de los problemas de la democracia es que nunca se ha 'puesto las pilas' a la Justicia. Ya lo dijo uno hace años, que Montesquieu había muerto. Ahora parece que lo estamos enterrando.
- El Lute escribe sobre alternativas a la cárcel. ¿Le suena bien?
- Sí. Es necesario. En España tenemos unos 74.000 presos. No hay país que aguante esta situación. Hay muchas formas de reparar el delito y ya se están empezando a buscar medidas de sanción sin necesidad de la privación de libertad. Las prisiones tendrán que existir siempre, pero hay que buscar otras opciones. Y si ya encima lo escribe 'El Lute' tiene un especial significado...
- Si las leyes son sus herramientas de trabajo, ¿cómo va su principal herramienta, la Ley del Menor?
- La Ley del Menor está bien, aunque ha recibido muchas críticas periodísticas. Pero no conozco a ningún periodista que se halla empollado el texto. En cualquier caso, las leyes, buenas o malas, las hacen los políticos y no los jueces. Yo recomiendo hacer un estudio bueno y serio para saber cuántos de los que han sido juzgados por esta Ley han pasado luego a ser juzgados por la ley de los mayores.
- ¿De qué sentencia se siente más orgulloso?
- El otro día me encontré en el gimnasio con un chaval al que condené por homicidio y en dos o tres años va a ser un gran empresario. Hay dos chavales a los que mandé al Ejército y cuando les veo por la calle me dan un beso. Los chavales son muy agradecidos. A uno le mandé dibujar un cómic y es el que ha ilustrado mis dos libros.
- ¿Y decepciones por el camino?
- Muchas. Tengo varios fracasos sonados. En mi primera etapa, con chavales de doce y trece años en la época de la heroína inyectada... Aquellos primeros 'choricillos', al cabo de unos años, eran gente mayor y a algunos tuve que darles permisos para que fuesen a morir a su casa. Eso ha sido lo más duro.
- Pero ha cambiado mucho...
- Sí. No tenemos al drogadicto puro y duro, pero ahora todo se combina con el policonsumo (varias drogas, alcohol...). A los 20 ó 25 años eso provoca enormes patologías cerebrales. Ya no es el yonqui de toda la vida. Abarca a todas las clases sociales. El policonsumo hace que un cuerpo de catorce años se vuelva loco. Y hay otros temas: el juego, los móviles, Internet... Y no es cosa de la clase marginal. Lo tengo comprobado. Los casos de los niños que maltratan a sus padres, los vinculados al móvil o a Internet son casi todos de personas de clase media o alta.
- ¿Por qué cree que calan tanto sus consejos sobre la educación de los hijos? Un vídeo suyo en Internet ha batido récords...
- No lo entiendo. Cuando digo que los padres tienen que ser padres y se sorprenden es que algo está fallando. Ahora somos todos colegas, todos amigos... Yo soy el padre de mis hijos, no su amigo, porque, entonces, les dejaría huérfanos. Tenemos un complejo de joven democracia y nos da miedo que nos tachen de fachas, de dictadores... Pero hay un principio de autoridad necesario. A los jóvenes les hemos hablado de derechos, pero no de deberes. Tal vez he caído simpático. A lo mejor digo cosas que muchos piensan, pero no se atreven a decir.
- ¿Qué le parece el cachete?
- El problema del cachete es darlo en el momento justo con la intensidad adecuada. Así puede ser una victoria. Yo no soy partidario, pero, si hay que darlo, se da. Hemos llegado al absurdo. Estamos haciendo niños 'light'. Le dices a algo que no y se te trauma el niño...
- Y si le llaman para decirle que un hijo suyo está en comisaría...
- Me apartaría del asunto y que pague. Siempre he intentado que mis hijos conociesen el juzgado, el centro... Y no pasa nada por pasar un par de días en comisaría. Bien vale una vez 'colorao' que ciento amarillo. Pero es que hoy en día todo es delito. ¿Quién no ha cometido un delito en su vida? Pero no nos han pillado. Coger algo de El Corte Inglés, comprar una prenda falsificada, el coche con una copa... Los menores no tienen ángel de la guarda, tienen obreros de la gloria. Y, a veces, el obrero se está tomando el bocata y le pillan...
Fuente: eldiariomontanes.es
- Oír hablar bien de un juez últimamente parece raro...
- Tal y como están las cosas, sí que es raro. Nosotros, en Menores, tenemos un campo no tan maleado como otros. Yo soy el primer sorprendido por la buena relación entre la sociedad y un juez. Pero también es culpa nuestra. Nos da miedo hablar con los medios y la transparencia. La justicia debe acercarse al ciudadano y, aunque se comenta que los jueces se pronuncian a través de las sentencias, siempre he dicho que es bueno que los jueces hablen.
- ¿Por qué la Justicia no está de moda?
- La Justicia nunca ha estado de moda. Uno de los problemas de la democracia es que nunca se ha 'puesto las pilas' a la Justicia. Ya lo dijo uno hace años, que Montesquieu había muerto. Ahora parece que lo estamos enterrando.
- El Lute escribe sobre alternativas a la cárcel. ¿Le suena bien?
- Sí. Es necesario. En España tenemos unos 74.000 presos. No hay país que aguante esta situación. Hay muchas formas de reparar el delito y ya se están empezando a buscar medidas de sanción sin necesidad de la privación de libertad. Las prisiones tendrán que existir siempre, pero hay que buscar otras opciones. Y si ya encima lo escribe 'El Lute' tiene un especial significado...
- Si las leyes son sus herramientas de trabajo, ¿cómo va su principal herramienta, la Ley del Menor?
- La Ley del Menor está bien, aunque ha recibido muchas críticas periodísticas. Pero no conozco a ningún periodista que se halla empollado el texto. En cualquier caso, las leyes, buenas o malas, las hacen los políticos y no los jueces. Yo recomiendo hacer un estudio bueno y serio para saber cuántos de los que han sido juzgados por esta Ley han pasado luego a ser juzgados por la ley de los mayores.
- ¿De qué sentencia se siente más orgulloso?
- El otro día me encontré en el gimnasio con un chaval al que condené por homicidio y en dos o tres años va a ser un gran empresario. Hay dos chavales a los que mandé al Ejército y cuando les veo por la calle me dan un beso. Los chavales son muy agradecidos. A uno le mandé dibujar un cómic y es el que ha ilustrado mis dos libros.
- ¿Y decepciones por el camino?
- Muchas. Tengo varios fracasos sonados. En mi primera etapa, con chavales de doce y trece años en la época de la heroína inyectada... Aquellos primeros 'choricillos', al cabo de unos años, eran gente mayor y a algunos tuve que darles permisos para que fuesen a morir a su casa. Eso ha sido lo más duro.
- Pero ha cambiado mucho...
- Sí. No tenemos al drogadicto puro y duro, pero ahora todo se combina con el policonsumo (varias drogas, alcohol...). A los 20 ó 25 años eso provoca enormes patologías cerebrales. Ya no es el yonqui de toda la vida. Abarca a todas las clases sociales. El policonsumo hace que un cuerpo de catorce años se vuelva loco. Y hay otros temas: el juego, los móviles, Internet... Y no es cosa de la clase marginal. Lo tengo comprobado. Los casos de los niños que maltratan a sus padres, los vinculados al móvil o a Internet son casi todos de personas de clase media o alta.
- ¿Por qué cree que calan tanto sus consejos sobre la educación de los hijos? Un vídeo suyo en Internet ha batido récords...
- No lo entiendo. Cuando digo que los padres tienen que ser padres y se sorprenden es que algo está fallando. Ahora somos todos colegas, todos amigos... Yo soy el padre de mis hijos, no su amigo, porque, entonces, les dejaría huérfanos. Tenemos un complejo de joven democracia y nos da miedo que nos tachen de fachas, de dictadores... Pero hay un principio de autoridad necesario. A los jóvenes les hemos hablado de derechos, pero no de deberes. Tal vez he caído simpático. A lo mejor digo cosas que muchos piensan, pero no se atreven a decir.
- ¿Qué le parece el cachete?
- El problema del cachete es darlo en el momento justo con la intensidad adecuada. Así puede ser una victoria. Yo no soy partidario, pero, si hay que darlo, se da. Hemos llegado al absurdo. Estamos haciendo niños 'light'. Le dices a algo que no y se te trauma el niño...
- Y si le llaman para decirle que un hijo suyo está en comisaría...
- Me apartaría del asunto y que pague. Siempre he intentado que mis hijos conociesen el juzgado, el centro... Y no pasa nada por pasar un par de días en comisaría. Bien vale una vez 'colorao' que ciento amarillo. Pero es que hoy en día todo es delito. ¿Quién no ha cometido un delito en su vida? Pero no nos han pillado. Coger algo de El Corte Inglés, comprar una prenda falsificada, el coche con una copa... Los menores no tienen ángel de la guarda, tienen obreros de la gloria. Y, a veces, el obrero se está tomando el bocata y le pillan...
Fuente: eldiariomontanes.es
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