A los pocos minutos de que Mariano Fernández Bermejo anunciara su renuncia como ministro de Justicia, por los pasillos de la Audiencia Nacional aparecieron colgados varios carteles con su foto que decían irónicamente: "Ohhh! dimitió Bermejo". La anécdota, obra de los funcionarios de Justicia, es la clara muestra de los pocos amigos que deja el abulense tras dos años al frente del Ministerio, después de que José Luis Rodríguez Zapatero decidiera mandar a Juan Fernando López Aguilar a probar fortuna en Canarias en las elecciones autonómicas de 2007.
Su fuerte carácter y su brusquedad en las formas han sido sus sellos de identidad. En este tiempo ha conseguido que todo el mundillo judicial se levante en armas contra él y que nadie se lamente de su marcha. El lunes, las reacciones de las asociaciones de jueces, de fiscales y del resto de profesionales de la Justicia se sucedían, y todas en la misma dirección.
El año pasado, en plena campaña de las elecciones generales, fue Fernández Bermejo quien tuvo la culpa de que los funcionarios de Justicia boicotearan los mítines de campaña de Zapatero día sí, día también. "Este conflicto lo va a arreglar este ministro, no les quepa duda", decía él. Pero no lo arregló. Muchos pensaron entonces que aquella huelga de funcionarios le dejaría en la cuneta y que el presidente no contaría con él para su segundo mandato, pero sorprendentemente Zapatero le mantuvo en su cargo.
La huelga de este año ha sido todavía peor: la primera de los jueces en toda la historia. Y, para colmo, la cacería con Baltasar Garzón en plena Operación Gürtel, sin licencia siquiera. No se había dado cuenta de que Jaén no estaba en Castilla-La Mancha.
Convencido de poder capear la tormenta, el ya ex ministro de Justicia dedicó los primeros días de la polémica a defenderse con uñas y dientes de las constantes embestidas de la oposición. El malestar de sus compañeros socialistas y del propio Gobierno era mayúsculo, pero muy pocos se atrevían a reprobar en público su comportamiento.
El antes y el después de la "no licencia"
El punto de inflexión se produjo el pasado jueves, cuando al cazador no le quedó más remedio que reconocer que no tenía licencia para cazar en Andalucía. Después de aquello, según fuentes cercanas a Fernández Bermejo, éste se entrevistó con Zapatero y María Teresa Fernández de la Vega y puso su cargo a su disposición. Pero el presidente prefirió esperar a que pasara el fin de semana para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. Quedaron en verse de nuevo el lunes y tomar una decisión.
Entre medias, el sábado el diario El País firmaba su sentencia de muerte: "Zapatero planea relevar a Bermejo en su primera remodelación del Gobierno". Ése era el titular de una información firmada por los bien informados periodistas Luis R. Aizpeolea (que goza de hilo directo con el presidente) y Anabel Díez en la que, citando fuentes del entorno del presidente, desvelaban que al abulense le quedaban sólo unos pocos meses de vida en Justicia. Puesto que Zapatero estaba decidido a hacer una remodelación de su Gobierno antes de enero de 2010 (cuando comienza el turno español en la Presidencia de la UE) y él estaba en la lista de damnificados.
Aquello terminó de convencer a Fernández Bermejo. Tirando de orgullo, pensó que, antes de que le echaran, mejor irse por su propio pie. Y así se lo comunicó a Zapatero en una nueva reunión celebrada este lunes en La Moncloa. El presidente no hizo nada por retenerle. Es más, ya le tenía buscado sustituto: Francisco Caamaño Domínguez. Zapatero no pudo proponerle su nombramiento en persona porque la marea le pilló en Galicia, echando una mano a sus compañeros socialistas en campaña.
Fuente: El Semanal Digital
Su fuerte carácter y su brusquedad en las formas han sido sus sellos de identidad. En este tiempo ha conseguido que todo el mundillo judicial se levante en armas contra él y que nadie se lamente de su marcha. El lunes, las reacciones de las asociaciones de jueces, de fiscales y del resto de profesionales de la Justicia se sucedían, y todas en la misma dirección.
El año pasado, en plena campaña de las elecciones generales, fue Fernández Bermejo quien tuvo la culpa de que los funcionarios de Justicia boicotearan los mítines de campaña de Zapatero día sí, día también. "Este conflicto lo va a arreglar este ministro, no les quepa duda", decía él. Pero no lo arregló. Muchos pensaron entonces que aquella huelga de funcionarios le dejaría en la cuneta y que el presidente no contaría con él para su segundo mandato, pero sorprendentemente Zapatero le mantuvo en su cargo.
La huelga de este año ha sido todavía peor: la primera de los jueces en toda la historia. Y, para colmo, la cacería con Baltasar Garzón en plena Operación Gürtel, sin licencia siquiera. No se había dado cuenta de que Jaén no estaba en Castilla-La Mancha.
Convencido de poder capear la tormenta, el ya ex ministro de Justicia dedicó los primeros días de la polémica a defenderse con uñas y dientes de las constantes embestidas de la oposición. El malestar de sus compañeros socialistas y del propio Gobierno era mayúsculo, pero muy pocos se atrevían a reprobar en público su comportamiento.
El antes y el después de la "no licencia"
El punto de inflexión se produjo el pasado jueves, cuando al cazador no le quedó más remedio que reconocer que no tenía licencia para cazar en Andalucía. Después de aquello, según fuentes cercanas a Fernández Bermejo, éste se entrevistó con Zapatero y María Teresa Fernández de la Vega y puso su cargo a su disposición. Pero el presidente prefirió esperar a que pasara el fin de semana para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. Quedaron en verse de nuevo el lunes y tomar una decisión.
Entre medias, el sábado el diario El País firmaba su sentencia de muerte: "Zapatero planea relevar a Bermejo en su primera remodelación del Gobierno". Ése era el titular de una información firmada por los bien informados periodistas Luis R. Aizpeolea (que goza de hilo directo con el presidente) y Anabel Díez en la que, citando fuentes del entorno del presidente, desvelaban que al abulense le quedaban sólo unos pocos meses de vida en Justicia. Puesto que Zapatero estaba decidido a hacer una remodelación de su Gobierno antes de enero de 2010 (cuando comienza el turno español en la Presidencia de la UE) y él estaba en la lista de damnificados.
Aquello terminó de convencer a Fernández Bermejo. Tirando de orgullo, pensó que, antes de que le echaran, mejor irse por su propio pie. Y así se lo comunicó a Zapatero en una nueva reunión celebrada este lunes en La Moncloa. El presidente no hizo nada por retenerle. Es más, ya le tenía buscado sustituto: Francisco Caamaño Domínguez. Zapatero no pudo proponerle su nombramiento en persona porque la marea le pilló en Galicia, echando una mano a sus compañeros socialistas en campaña.
Fuente: El Semanal Digital
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