domingo, febrero 14, 2010

Cáceres: Las rupturas matrimoniales aumentan un 37% en la última década

Hoy es San Valentín, el día de los enamorados. Mañana, algún matrimonio cacereño se romperá. En algún juzgado de la provincia, una pareja dará formalidad legal al fin de su historia. Cerrarán una etapa de su vida y engordarán así una estadística que deja bien claro que el divorcio no es lo que era.


A lo largo del año 2008, Cáceres registró 683 rupturas. Diez años antes, en 1998, fueron 499, lo que significa que durante la última década, han aumentado un 37 por ciento. En ese mismo periodo, el número de matrimonios también subió, pero mucho menos: un cuatro por ciento. Los datos proceden del INE (Instituto Nacional de Estadística), que a su vez los obtiene de los tribunales donde se tramitan estas causas. Un vistazo a los resúmenes facilitados por los juzgados de los seis partidos judiciales de la provincia (Cáceres, Plasencia, Navalmoral, Coria, Valencia de Alcántara y Logrosán) permite adivinar que 2009 no será muy distinto, y probablemente se rebasarán los 700 procesos, entre separaciones y divorcios.

Precisamente la distinción entre estas dos posibilidades es uno de los grandes cambios que se han producido a lo largo del último decenio. Hasta el año 2005 eran mayoría las separaciones, mientras que ahora ganan con una diferencia importante los divorcios. El punto de inflexión lo marca la reforma de la Ley del Divorcio, que aportó como novendad principal la reducción de los plazos. Hasta entonces, cualquier pareja que quisiera desandar el camino que inició el día de la boda debía tramitar primero la separación, siempre que hubiera transcurrido al menos un año desde que se casaron. Una vez obtenida la separación, debían aguardar otros doce meses para pedir el divorcio.

El 'divorcio exprés'

Lo que hizo la reforma fue rebajar los plazos, de manera que el proceso judicial podía arrancar a los tres meses de la boda -incluso antes, de forma excepcional, para casos de violencia doméstica-. Además, ya no hacía falta estar separado para poder divorciarse. La figura de la separación permanece, como una posibilidad a la que suelen acogerse quienes conservan un margen de esperanza a la reconciliación y prefieren no cerrarse la puerta del todo. Pero el que quiera, puede pedir el divorcio a los tres meses de casarse y pasar a ser de nuevo una persona soltera. Esa reducción de plazos hizo que el cambio legal fuera bautizado como 'divorcio exprés'.

De hecho, la denominación es fiel a la realidad, más que nada si se compara con el pasado. Hasta la reforma, el proceso llevaba al menos dos años, mientras que desde que se aprobó, en julio del año 2005, es posible divorciarse en unos pocos meses. Sobre todo si las dos partes están de acuerdo. En ese caso, todo será más rápido y más barato, porque los cónyuges compartirán los gastos de procurador y abogado.

El camino, pues, se ha allanado, y claro está, se refleja en la estadística. Hoy hay más divorciados y divorciadas que nunca. Que esa reforma legal la han aprovechado muchos queda claro al comprobar el aumento del 37 por ciento en separaciones y divorcios, pero también en otras características que definen la radiografía de la ruptura matrimonial en la provincia.

Hace diez años, el 55 por ciento de los procesos arrancaba con las dos partes enfrentadas, lo que los informes llaman rupturas no consensuadas o contenciosas. Hoy, sin embargo, ese porcentaje ha bajado hasta el 44 por ciento, y lo habitual es que el hombre y la mujer -todas las cifras se refieren a uniones entre personas de diferente sexo- acuden al juez de mutuo acuerdo, o lo que es lo mismo, firmen una separación o un divorcio consensuado. Cuando no es así, lo usual es que sea la mujer quien presente la demanda, es decir, quien toma la iniciativa de terminar oficialmente con la relación.

Al margen de que el paso se de por mutuo acuerdo o en contra de la opinión de una de las partes, lo más frecunte es que los matrimonios concluyan tras más de veinte años desde que se formaron. Es lo que sucede en 34 de cada 100 casos, aunque llama la atención que haya otro 34 por ciento de casos en los que la pareja acaba con la relación cuando han transcurrido entre 6 y 15 años desde el casamiento. Además, a más de uno sorprenderá que de los 683 procesos que atendieron los juzgados de la provincia durante el año 2008, hubo tres en los que no se había cumplido el año desde la boda, y 41 en los que no habían pasado dos años.

Otra prueba de que el divorcio no es lo que era está en la edad de quienes deciden terminar su vida en común. La franja mayoritaria sigue siendo la de quienes están en la cuarentena, pero ha disminuido la cantidad de mujeres que se separan o divorcian cuando tienen entre 30 y 34 años. Queda claro, pues, el cambio social experimentado.

Fuente: hoy.es

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