Hijo de un juez, esposo de una secretaria judicial a la que conoció en la antigua Facultad de Derecho, de sus 50 años lleva ya 20 en Sevilla, donde está asentado tras una vida itinerante por Alburquerque, Osuna, El Puerto de Santa María, Cádiz, Aracena, Torremolinos y Barcelona. Reside en Nervión, tiene tres hijos. Desde la adolescencia quería ser juez, "a pesar de mi padre. Estudié la carrera de Derecho para ser juez, no para cualquier otra cosa".
Desde 1997 es magistrado de la sección quinta de la Audiencia Provincial de Sevilla. Durante la convención anual celebrada en La Coruña de la asociación Foro Judicial Independiente, que cuenta con 260 jueces, optó por no presentarse a la reelección, tras cinco años presidiendo la asociación nacional más crítica con la precariedad y con la politización del poder judicial. "Me han pedido que siga, pero, por coherencia, después de cinco años, considero que en estos puestos ha de haber rotación. Como asociado, y desde Sevilla, voy a seguir dando la batalla por la Justicia. Con 44 años estaba totalmente desmoralizado, y ahora, con 50, gracias a mi experiencia en el Foro, estoy más motivado que nunca. Los que entran ahora con 30 años en la carrera judicial ya lo hacen descorazonados".
-¿Promoverán para toda España otra huelga de jueces?
-Probablemente, y los ciudadanos han de comprender lo que se juegan en la salvaguarda del poder judicial para mantener una verdadera democracia y la igualdad de todos ante el veredicto de un juez. Si se logran importantes objetivos, está bien empleado que nos quiten un día de sueldo. Por desgracia, ya no hay posibilidad de que los políticos reaccionen salvo cuando se ejerce la presión sobre ellos.
-¿Los ciudadanos entienden sus reivindicaciones?
-Es difícil, han de darse cuenta de que un juez es ahora casi el único estamento donde sus derechos e intereses pueden verse salvaguardados si es que son inconvenientes para las intenciones o designios de un partido con poder en una Administración pública.
-¿En qué se diferencia el Foro de las otras asociaciones?
-En hacer propuestas y negociar sin la intención de aprovechar la asociación para formar parte de los jueces que se reparten los cargos. Y esa tentación ya está dentro del Foro, muy a mi pesar. Hay compañeros que están pidiendo poder participar del reparto de cargos, porque todos los puestos del Consejo General del Poder Judicial y todas las presidencias de audiencias provinciales están copadas por representantes de las demás asociaciones, Jueces para la Democracia y la Asociación Profesional de la Magistratura, alineadas con intereses de partido. Ven que los premios son para los demás y no en función de su valía. Porque el juez que, en el ejercicio de su obligación, contradice el designio fijado por un partido, o enmienda una normativa emblemática de sus promesas electorales, o encausa a dirigentes políticos y miembros de su entorno, sabe que ya puede olvidarse de premios y cargos por su profesionalidad.
-¿Cómo se teje la red politizada?
-No sólo con la elección de los miembros del Consejo a través del Parlamento mediante cuotas de los partidos. Por ejemplo, la Asociación Francisco de Vitoria se creó en el despacho de Fernando Ledesma como ministro de Justicia. Hay negociaciones así: que en un cargo judicial en la Comunidad Valenciana esté un juez más cercano al PP a cambio de que en Cataluña se nombre a otro próximo al PSOE. Son los pactos tácitos que el ciudadano no ve.
-¿Las conveniencias políticas encubren intereses personales?
-Sé que en sesiones del Consejo General del Poder Judicial ha llegado a haber discusiones entre magistrados por acusarse de enchufar a un cuñado.
-El ciudadano se puede asustar ante este chalaneo y pensar que no tiene nada que hacer si litiga contra alguien relacionado con jueces, fiscales, funcionarios judiciales, etcétera.
-No, el sistema es hipergarantista. A veces me pide algún amigo que hable con otro juez que lleva un caso relacionado con él. Les digo siempre que eso es contraproducente para sus propios intereses.
-El Gobierno autonómico ha condecorado a la máxima autoridad judicial, Augusto Méndez de Lugo, con el título de Hijo Predilecto de Andalucía. ¿Qué le parece?
-Yo no la hubiera aceptado. Deben evitarse las medallas desde el poder ejecutivo al judicial.
-¿Qué opinión tiene de los ministros de Justicia que ha conocido?
-Michavila (PP) ha sido el peor ministro de Justicia de la democracia. Impulsó medidas que han sido nefastas para el buen ejercicio de la función judicial. El PSOE, cuando volvió al poder, se ha sentido encantado con ellas. A Bermejo le perdía ser una persona muy impulsiva, y con unos comportamientos personales incompatibles con el papel de un ministro. Caamaño no es mejor que su antecesor a la hora de intentar reformar la Justicia.
-¿Cuáles son sus propuestas?
-Eliminar los juzgados unipersonales y convertirlos en tribunales donde se trabaja en equipo, así mejora la calidad de la Justicia. En Madrid, por ejemplo, hay 400 órganos unipersonales cada uno por su lado. Y hay que adaptar la estructura judicial a una sociedad urbana y con movilidad como la nuestra. El modelo que tenemos es más propio del siglo XIX, para una sociedad rural muy dispersa en el territorio, donde la población apenas tenía medios para viajar fuera del partido judicial.
-Un ejemplo en clave sevillana.
-En Sevilla hay 27 juzgados de primera instancia, cada uno funciona con un juez. Si, en lugar de eso, se crea un tribunal de primera instancia con 27 jueces, además de asignar temas individualmente, cabe la opción de que sean asuntos muy complicados y ese tribunal decide que ese tema lo lleven tres jueces. Así, el que tiene poca experiencia se sentirá asistido tanto por el presidente del tribunal como por los compañeros, que le podrán ayudar y orientar, unificar criterios. Si no puede con el ritmo de trabajo de los más experimentados, se le reduce el ritmo de trabajo porque basta con asignarle menos asuntos. Eso en un juzgado individual es imposible, ha de atender todo lo que entra.
-¿Cuál es el nivel de la cantera de nuevos jueces?
-Ha bajado el nivel. Como tenemos un número insuficiente de jueces, y no se cubren todas las vacantes en los tribunales, hay que subir con más rapidez a mayor número de aspirantes, necesitamos de 150 a 200 al año. Y los preparadores para las oposiciones me comentan que el nivel es mucho más bajo que el de hace 20 años. Si aplican a sus pupilos el mismo nivel de exigencia, no son capaces de aguantar. Es un problema general de la sociedad española. Lo veo también en los abogados, el nivel en la Facultad de Derecho ha caído mucho, donde a su vez llegan peor formados desde el bachillerato.
-¿Los buenos estudiantes no quieren ser jueces?
-En los tribunales de oposición se comenta cómo es ahora frecuente que no sepan exponer los temas, tienen problemas de memorización y de comprensión. Como vivimos en la era de la comodidad, de conseguir un empleo con el menor esfuerzo posible, ahora hay más candidaturas para ser juez porque es más fácil lograr una plaza.
-¿Eso es lo que causa sentencias desconcertantes o contradictorias que alarman al ciudadano?
-Sí, hay sentencias faltas de rigor jurídico. Se paga la inexperiencia y tener que trabajar en solitario con un volumen estresante de asuntos. Los dos años en la Escuela Judicial no sirven para nada, la formación es pésima. Se está ascendiendo a magistrado con mucha rapidez porque las plazas se quedan vacantes y automáticamente se tira de los jueces que hay, aún bisoños.
-Llama la atención el aspecto vetusto y desfasado de su sede.
-Todo lo contrario que la Administración de Hacienda, con la que un ciudadano puede resolver el 90% de sus asuntos por internet, eso es informatizar un servicio público. Compare los edificios de cualquier delegación de Hacienda o la Seguridad Social con el estado de las sedes judiciales. Es un síntoma más del aislamiento que sufre el juez como autoridad. Sus colaboradores en la función judicial (agentes judiciales, secretarios judiciales,...) dependen de los gobiernos central o autonómico. Los edificios en los que trabajamos dependen del poder político. Disponer de bolígrafos o de papel depende de un cargo político.
-Al Estado le interesa más recaudar que juzgar.
-Es un error grave incluso para recaudar más. La Justicia sí recauda, y mucho (multas, tasas, ejecución penal, depósitos,...). Podría generar muchos más ingresos si funcionara bien como administración. Y ayudaría al dinamismo económico del país. Cualquier empresa se atreve más a invertir teniendo mejores garantías judiciales para cobrar los impagos. Cualquier propietario de un piso lo pondría más en alquiler si tuviera la garantía de que puede intervenir bien y pronto contra el inquilino que no paga, en lugar de soportar cómo no puede echarlo aunque no le pague. Con eso aumentaría mucho la oferta de pisos, bajarían los precios y se resolvería en parte el problema de la vivienda.
-¿El sistema judicial resiste la comparación con los de Europa?
-La Justicia en España es barata en comparación el rendimiento que da. Teniendo en cuenta los jueces que tiene, los recursos que se invierten en Justicia y el trabajo que desarrollan esos jueces, estamos ante una de las justicias más eficaces de Europa, y eso te lo reconocen jueces portugueses, italianos y franceses. Asombra en Europa la carga de trabajo de los 4.500 jueces españoles. Se mete la pata, pero no tanto como parece. Lo que no se puede pretender es tener un seíta y que corra como un fórmula uno. El problema es que el resultado para el ciudadano no es bueno, eso es obvio.
Fuente: diariodesevilla.es
Desde 1997 es magistrado de la sección quinta de la Audiencia Provincial de Sevilla. Durante la convención anual celebrada en La Coruña de la asociación Foro Judicial Independiente, que cuenta con 260 jueces, optó por no presentarse a la reelección, tras cinco años presidiendo la asociación nacional más crítica con la precariedad y con la politización del poder judicial. "Me han pedido que siga, pero, por coherencia, después de cinco años, considero que en estos puestos ha de haber rotación. Como asociado, y desde Sevilla, voy a seguir dando la batalla por la Justicia. Con 44 años estaba totalmente desmoralizado, y ahora, con 50, gracias a mi experiencia en el Foro, estoy más motivado que nunca. Los que entran ahora con 30 años en la carrera judicial ya lo hacen descorazonados".
-¿Promoverán para toda España otra huelga de jueces?
-Probablemente, y los ciudadanos han de comprender lo que se juegan en la salvaguarda del poder judicial para mantener una verdadera democracia y la igualdad de todos ante el veredicto de un juez. Si se logran importantes objetivos, está bien empleado que nos quiten un día de sueldo. Por desgracia, ya no hay posibilidad de que los políticos reaccionen salvo cuando se ejerce la presión sobre ellos.
-¿Los ciudadanos entienden sus reivindicaciones?
-Es difícil, han de darse cuenta de que un juez es ahora casi el único estamento donde sus derechos e intereses pueden verse salvaguardados si es que son inconvenientes para las intenciones o designios de un partido con poder en una Administración pública.
-¿En qué se diferencia el Foro de las otras asociaciones?
-En hacer propuestas y negociar sin la intención de aprovechar la asociación para formar parte de los jueces que se reparten los cargos. Y esa tentación ya está dentro del Foro, muy a mi pesar. Hay compañeros que están pidiendo poder participar del reparto de cargos, porque todos los puestos del Consejo General del Poder Judicial y todas las presidencias de audiencias provinciales están copadas por representantes de las demás asociaciones, Jueces para la Democracia y la Asociación Profesional de la Magistratura, alineadas con intereses de partido. Ven que los premios son para los demás y no en función de su valía. Porque el juez que, en el ejercicio de su obligación, contradice el designio fijado por un partido, o enmienda una normativa emblemática de sus promesas electorales, o encausa a dirigentes políticos y miembros de su entorno, sabe que ya puede olvidarse de premios y cargos por su profesionalidad.
-¿Cómo se teje la red politizada?
-No sólo con la elección de los miembros del Consejo a través del Parlamento mediante cuotas de los partidos. Por ejemplo, la Asociación Francisco de Vitoria se creó en el despacho de Fernando Ledesma como ministro de Justicia. Hay negociaciones así: que en un cargo judicial en la Comunidad Valenciana esté un juez más cercano al PP a cambio de que en Cataluña se nombre a otro próximo al PSOE. Son los pactos tácitos que el ciudadano no ve.
-¿Las conveniencias políticas encubren intereses personales?
-Sé que en sesiones del Consejo General del Poder Judicial ha llegado a haber discusiones entre magistrados por acusarse de enchufar a un cuñado.
-El ciudadano se puede asustar ante este chalaneo y pensar que no tiene nada que hacer si litiga contra alguien relacionado con jueces, fiscales, funcionarios judiciales, etcétera.
-No, el sistema es hipergarantista. A veces me pide algún amigo que hable con otro juez que lleva un caso relacionado con él. Les digo siempre que eso es contraproducente para sus propios intereses.
-El Gobierno autonómico ha condecorado a la máxima autoridad judicial, Augusto Méndez de Lugo, con el título de Hijo Predilecto de Andalucía. ¿Qué le parece?
-Yo no la hubiera aceptado. Deben evitarse las medallas desde el poder ejecutivo al judicial.
-¿Qué opinión tiene de los ministros de Justicia que ha conocido?
-Michavila (PP) ha sido el peor ministro de Justicia de la democracia. Impulsó medidas que han sido nefastas para el buen ejercicio de la función judicial. El PSOE, cuando volvió al poder, se ha sentido encantado con ellas. A Bermejo le perdía ser una persona muy impulsiva, y con unos comportamientos personales incompatibles con el papel de un ministro. Caamaño no es mejor que su antecesor a la hora de intentar reformar la Justicia.
-¿Cuáles son sus propuestas?
-Eliminar los juzgados unipersonales y convertirlos en tribunales donde se trabaja en equipo, así mejora la calidad de la Justicia. En Madrid, por ejemplo, hay 400 órganos unipersonales cada uno por su lado. Y hay que adaptar la estructura judicial a una sociedad urbana y con movilidad como la nuestra. El modelo que tenemos es más propio del siglo XIX, para una sociedad rural muy dispersa en el territorio, donde la población apenas tenía medios para viajar fuera del partido judicial.
-Un ejemplo en clave sevillana.
-En Sevilla hay 27 juzgados de primera instancia, cada uno funciona con un juez. Si, en lugar de eso, se crea un tribunal de primera instancia con 27 jueces, además de asignar temas individualmente, cabe la opción de que sean asuntos muy complicados y ese tribunal decide que ese tema lo lleven tres jueces. Así, el que tiene poca experiencia se sentirá asistido tanto por el presidente del tribunal como por los compañeros, que le podrán ayudar y orientar, unificar criterios. Si no puede con el ritmo de trabajo de los más experimentados, se le reduce el ritmo de trabajo porque basta con asignarle menos asuntos. Eso en un juzgado individual es imposible, ha de atender todo lo que entra.
-¿Cuál es el nivel de la cantera de nuevos jueces?
-Ha bajado el nivel. Como tenemos un número insuficiente de jueces, y no se cubren todas las vacantes en los tribunales, hay que subir con más rapidez a mayor número de aspirantes, necesitamos de 150 a 200 al año. Y los preparadores para las oposiciones me comentan que el nivel es mucho más bajo que el de hace 20 años. Si aplican a sus pupilos el mismo nivel de exigencia, no son capaces de aguantar. Es un problema general de la sociedad española. Lo veo también en los abogados, el nivel en la Facultad de Derecho ha caído mucho, donde a su vez llegan peor formados desde el bachillerato.
-¿Los buenos estudiantes no quieren ser jueces?
-En los tribunales de oposición se comenta cómo es ahora frecuente que no sepan exponer los temas, tienen problemas de memorización y de comprensión. Como vivimos en la era de la comodidad, de conseguir un empleo con el menor esfuerzo posible, ahora hay más candidaturas para ser juez porque es más fácil lograr una plaza.
-¿Eso es lo que causa sentencias desconcertantes o contradictorias que alarman al ciudadano?
-Sí, hay sentencias faltas de rigor jurídico. Se paga la inexperiencia y tener que trabajar en solitario con un volumen estresante de asuntos. Los dos años en la Escuela Judicial no sirven para nada, la formación es pésima. Se está ascendiendo a magistrado con mucha rapidez porque las plazas se quedan vacantes y automáticamente se tira de los jueces que hay, aún bisoños.
-Llama la atención el aspecto vetusto y desfasado de su sede.
-Todo lo contrario que la Administración de Hacienda, con la que un ciudadano puede resolver el 90% de sus asuntos por internet, eso es informatizar un servicio público. Compare los edificios de cualquier delegación de Hacienda o la Seguridad Social con el estado de las sedes judiciales. Es un síntoma más del aislamiento que sufre el juez como autoridad. Sus colaboradores en la función judicial (agentes judiciales, secretarios judiciales,...) dependen de los gobiernos central o autonómico. Los edificios en los que trabajamos dependen del poder político. Disponer de bolígrafos o de papel depende de un cargo político.
-Al Estado le interesa más recaudar que juzgar.
-Es un error grave incluso para recaudar más. La Justicia sí recauda, y mucho (multas, tasas, ejecución penal, depósitos,...). Podría generar muchos más ingresos si funcionara bien como administración. Y ayudaría al dinamismo económico del país. Cualquier empresa se atreve más a invertir teniendo mejores garantías judiciales para cobrar los impagos. Cualquier propietario de un piso lo pondría más en alquiler si tuviera la garantía de que puede intervenir bien y pronto contra el inquilino que no paga, en lugar de soportar cómo no puede echarlo aunque no le pague. Con eso aumentaría mucho la oferta de pisos, bajarían los precios y se resolvería en parte el problema de la vivienda.
-¿El sistema judicial resiste la comparación con los de Europa?
-La Justicia en España es barata en comparación el rendimiento que da. Teniendo en cuenta los jueces que tiene, los recursos que se invierten en Justicia y el trabajo que desarrollan esos jueces, estamos ante una de las justicias más eficaces de Europa, y eso te lo reconocen jueces portugueses, italianos y franceses. Asombra en Europa la carga de trabajo de los 4.500 jueces españoles. Se mete la pata, pero no tanto como parece. Lo que no se puede pretender es tener un seíta y que corra como un fórmula uno. El problema es que el resultado para el ciudadano no es bueno, eso es obvio.
Fuente: diariodesevilla.es
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