martes, marzo 18, 2008

Prohibido tocarse los huevos en público (con perdón)

Los italianos son enormemente supersticiosos. Por estos lares las joyerías se forran vendiendo cuernos de oro, plata o coral para colgarse del cuello, ideales para conjurar el mal de ojo. En los retrovisores de numerosos automóviles cuelgan ristras de guindillas, otro poderoso amuleto según la creencia local. Y de las puertas de no pocas casas penden patas de conejo y herraduras de caballo, considerados eficaces antídotos contra la mala suerte. Por no hablar de rosarios, velas bendecidas, imágenes de vírgenes, estampitas de santos y demás ‘merchandising’ religioso que se emplea para alejar a los malos espíritus.


Pero, a pesar de todos echar mano en cuanto pueden a fetiches y talismanes, los supersticiosos italianos acaban de recibir un duro golpe. Una patada en los huevos, para ser más exactos. Porque una de los más arraigados y supuestamente efectivos conjuros contra la mala suerte acaba de ser prohibido, por orden nada menos que del Tribunal Supremo. Nos referimos a esa costumbre tan italiana de tocarse los genitales para espantar la mala estrella. Eso que cualquier conductor de coches fúnebres que se precie hace nada más ponerse al volante de su vehículo, y que muchos otros repiten al paso del automóvil con el féretro. Para entendernos: la versión italiana del hábito español de cruzar los dedos, sólo que bastante más grotesco de presenciar.

Es verdad que eso de que los tíos se toquen sus atributos en público es algo que cada vez está peor visto, pero aún así se sigue practicando. Aunque desde hace unos días quien se aventure a hacerlo se arriesga a incurrir en un delito y a ser multado por ello. Lo acaba de disponer la sección tercera de la Corte de Cassazione (el más alto tribunal italiano de apelaciones, el equivalente al Tribunal Supremo), sentenciando que toquetearse los machos en público -ya sea por superstición o por motivos fisiológicos- es 'un acto contrario al decoro y a la decencia pública', y que si el interesado se ve en la necesidad de hacerlo debe tener la paciencia de esperar a llegar a casa.

El dictamen ha sido emitido en respuesta a la reclamación presentada por un obrero de 42 años de la localidad de Como, cerca de Milán, que el 11 de mayo de 2006 fue condenado por un tribunal de esa localidad tras haber sido pillado in fraganti con la mano sobre el cuerpo del delito. Verbigracia: 'En la vía pública, mientras se tocaba vigorosamente los genitales (por encima de la ropa)', según se consta en la sentencia 8389 del Tribunal Supremo. De nada han servido las alegaciones presentadas por el 'criminal' asegurando que el tocamiento era 'un movimiento compulsivo e involuntario', realizado probablemente para colocarse bien el mono de trabajo'. Ni tampoco ha colado el pretexto de que se había palpado la cosa porque sufría una infección epidérmica y le picaba. Los magistrados del Supremo han sido inexorables: le han condenado a pagar una multa de 200 euros además de las costas del juicio, que ascienden a 1.000 euros.

Esta nueva sentencia marca un hito en el particular bestiario del Tribunal Supremo italiano, que en el pasado ya había puesto el listón muy alto tras declarar delito decir frases como '¿Qué coños quieres?' o 'Gorda psicótica' o tirar de las orejas a alguien, además de contemplar como causa legal de despido que la sintonía del móvil de un trabajador incluyera palabrotas y tacos varios.

Fuente: elmundo.es

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