SAN PEDRO SULA.- En condiciones deplorables que atentan no sólo contra la seguridad física y mental de los empleados, sino que hasta de los litigantes y visitantes, trabajan en los Juzgados de Sentencia y de la materia Civil. Basta con estar unos pocos minutos en el deficiente y vetusto edificio y darse cuenta que no es un lugar para que albergue uno de los poderes del Estado, ya que reina la incomodidad y la inseguridad.Las oficinas, que años atrás funcionaron como aulas de un centro de estudios de secundaria, son incomodas por el pequeño espacio para albergar a los escribientes y atender a los litigantes.
Apenas pueden caminar un par de personas en esos llamados “juzgados” y carecen de comodidad para poder analizar un expediente, a fin de determinar las estrategias a seguir.
Los empleados se quejan, porque además que carecen de ventilación natural, no se puede colocar un ventilador en cada aula, ya que el caducado sistema eléctrico amenaza con “rostizarlos”, pues en varias oportunidades han presenciado que al solo recargar un poco las conexiones, se producen apagones.
En cada Juzgado se está trabajando solamente con dos computadoras, no hay fax, fotocopiadoras o Internet y, mucho menos aire acondionado; pues es un lugar donde la modernidad a dado paso al estilo primitivo y hasta es penoso cuando llegan los extranjeros.
NADA DE TOGA
En una ciudad, donde el calor “coquetea” entre los 38 y 40 grados, permanecer en los Tribunales de Sentencia o los Juzgados de lo Civil es casi igual a estar en una “cámara de tortura”, la que se pone peor al mediodía o por la tarde, cuando los empleados están pensando más en salir de ese “horno” que en cumplir con su tarea encomendada.
La presidenta regional de la Asociación de Jueces y Magistrados de Honduras (ASOJMAH), Norma Iris Coto, quien además es juez del Tribunal de Sentencia, manifestó que debido a la incomodidad del calor, han optado por no utilizar la toga que es símbolo de la autoridad que ostentan en cada una de las audiencias.
Se quejó que para poder utilizar una fotocopiadora tienen que apagar todas las computadoras, ya que el edificio no cuenta con un sistema eléctrico adecuado.
Señaló que hasta los empleados se han visto afectados porque el microondas que utilizaban para calentar sus alimentos no puede ser conectado y, ahora se ven obligados a comprar su propia comida, lo que incrementa sus gastos; además, que se exponen al peligro porque las calles aledañas al edificio son solitarias.
INSEGURIDAD
El tema de la seguridad también es preocupante, dado que las llamadas salas de los Juicios Orales, a donde por la incomodidad solamente pueden asistir unas 10 personas del público, son frágiles ya que están a orilla de la calle, convirtiéndose en un punto fácil para el que quisiera causar algún daño, reconoció la juez Coto.
Los funcionarios judiciales, litigantes y el público en general, tienen que entrar por un mismo portón, donde no se registra a ninguna persona y tampoco hay detector de metales, por lo que cualquiera puede llegar armado y cometer una desgracia.
En el viejo edificio donde funcionó el instituto “Misión Evangélico”, hay otro portón, pero debido a la falta de organización permanece cerrado y solamente se deja entrar una pequeña cantidad de vehículos de jueces y empleados que llegan temprano, así como la patrulla de la policía cuando traslada a los reos.
Hace dos días, vigilantes de los tribunales tuvieron que correr varias cuadras para poder alcanzar a un “ratero” que quebró los vidrios del vehículo de un empleado para sacar un maletín, ya que pensó que tenía una computadora, pero solamente se encontró con documentos.
Por estas y otras incomodidades más, es que urge que se repare el viejo edificio judicial, que aparentemente es reparable, según habría dictaminado una comisión de expertos japoneses que estableció que las bases y el piso no sufrieron daños, únicamente las paredes, durante el terremoto del pasado 28 de mayo.
Fuente: La Tribuna
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